viernes, 27 de febrero de 2015

MEDITACIONES: Jueves segundo de Cuaresma



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la Cananea

  Clamaba en pos de Cristo una mujer cananea pidiéndole salud para su hija endemoniada; no la oía Cristo. Intercedieron los discípulos, y  más su humildad, su fe y su perseverancia por la cual dio salud a su hija en aquella hora.

   Punto I.- Mira a esta mujer cananea, del linaje más despreciado que había entre los hebreos, que por su fe y virtud alcanzó de Cristo la salud que pidió para su hija, porque a los ojos de Dios no es mejor el que es de mejor sangre, sino el que es de mejores costumbres; ni es el Señor aceptador de personas, sino de obras, regulando y estimando a cada uno según las propias. Gózate de tener un Señor tan recto y justo en sus juicios, y mira qué estimación tienes tú a sus ojos; cuáles son tus obras y cuántos pobres y despreciados a los ojos de los hombres son muy apreciados a los de Dios porque lo merecen sus obras, y al contrario, muchos que son estimados de los hombres son despreciados de Dios por sus vicios y pecados. ¡Oh, Señor, cuán rectos son vuestros juicios! Dadme gracia para que yo estime lo que se debe estimar y haga aprecio de cada cosa según su valor.

   Punto II.- Considera la perseverancia de esta mujer, la cual aunque al principio no fue oída de nuestro Señor y después le respondió con severidad, siempre estuvo firme en su fe y petición, clamando y perseverando a las puertas del Salvador. Aprende tú a perseverar  en la oración y no desistir en las peticiones  aunque sientas sequedades y desvíos, y que se hace Dios sordo a tus ruegos, gime, llora y clama a sus puertas con perseverancia como esta mujer, y confía que alcanzarás buen despacho de tu petición como ella le alcanzó.

   Punto III.- Considera cómo oyéndola clamar los apóstoles y que no dejaba de seguir a Cristo, intercedieron por ella suplicándole que la oyese y le hiciese merced. Has de aprender dos cosas: la primera, a interceder por los pobres y afligidos, con los poderosos, en sus necesidades. La segunda, procura tener valedores para con Dios ganando la voluntad a los santos para que intercedan por ti y te alcancen de su Divina Majestad lo que le suplicares. Mira cuánto le importó a esta mujer la intercesión de los apóstoles, y de aquí sacarás cuánto te importará a ti la de los mismos apóstoles y de los otros santos para con Dios. Ruégales que te acompañen a su tribunal y que presenten en él tus peticiones y favorezcan tus intentos, que pues rogaron por la cananea sin pedirles ella que intercediesen, mucho mejor rogarán por ti si les suplicas con humildad y devoción.


   Punto IV.- Considera cómo Cristo libró a la hija del demonio que la poseía, por la fe y clamores de su madre; el gozo que tendrían ambas y la alegría y júbilos de toda su casa, y contempla el gozo que tiene un alma y toda la corte celestial cuando sale de la esclavitud del demonio que la tiene en las cadenas de los pecados. No ceses de orar a Dios por todos los pecadores, y si eres padre de familia por los que te ha encomendado, que aunque seas más desechado que esta cananea, tendrán buen logro tus peticiones, si tienes como ella viva fe. Pídesela al Señor, y que te de su gracia para saber pedir y perseverar en su servicio.