RECORDANDO VERDADES: CARTA DE LOS TRES OBISPOS A MONS. FELLAY
En virtud de esta carta y a dos años de la misma en la cual los tres
obispos, emulando a San Pablo cuando le advirtió a San Pedro sobre el error de
los judaizantes con respecto a la circuncisión de los gentiles, escriben al
superior y compañero en el episcopado advirtiendo sobre el peligro de firmar
con Roma modernista un acuerdo “práctico.” Es necesaria una ampliación narrando
los acontecimientos, como una especie de balance o breve resumen, lamentables
que se desencadenaron por el rechazo que de ella hicieron el superior y sus
consejeros, sin tocar en si misma lo escrito en la carta porque es un documento
muy importante para aquel momento, para este y para el futuro, hasta que Roma
vuelva al catolicismo de siempre.
Abril del 2012
Señor Superior General
Señor Primer Asistente
Señor Segundo Asistente
Después de algunos meses, como muchos lo dicen, el Consejo general de la
FSSPX considera seriamente las proposiciones romanas en vista de un acuerdo
práctico, siendo un hecho que las discusiones doctrinales del 2009 al 2011 han
probado que un acuerdo doctrinal es imposible con la Roma actual. (En
aquel momento la congregación formó una comisión de teólogos que se reunieron
con la otra comisión formada por Roma modernista y al final de ella se llegó a
la triste realidad que todo fue como un dialogo entre sordos, ahí termino todo).
Por medio de
esta carta los tres obispos de la FSSPX que no son parte del Consejo General
desean hacerle saber, con todo el respeto que conviene, la unanimidad de su
oposición formal a cualquier acuerdo semejante.(o sea nos oponemos a todo
intento de acuerdo con la Roma modernista).
Por supuesto, de ambos lados de la división actual entre la Iglesia
Conciliar y la FSSPX, muchos desean rehacer la unidad católica. (¿Puede haber
unidad católica entre quienes buscan destruir la Iglesia y quienes buscan
rescatarla de su perdición total, hablando humanamente? San Pablo va aun mas
lejos cuando dice: “ No puede haber contubernio entre la verdad y el error,
entre la luz y la oscuridad?”)
Honor a esas
personas tanto de una parte como de otra. Pero la realidad dominante y ante la
cual todos estos sinceros deseos deben ceder, es que desde el Vaticano II las
autoridades oficiales de la Iglesia se han separado de la verdad católica y hoy
en día ellas se muestran tan determinadas como siempre a permanecer fieles a la
doctrina y práctica Conciliares. Las discusiones romanas, el «preámbulo
doctrinal» y Asís III son ejemplos deslumbrantes.
El problema planteado a los católicos por el concilio Vaticano II es
profundo. En una conferencia que pareciera haber sido como el último testamento
doctrinal de Monseñor Lefebvre, impartida a los sacerdotes de su Fraternidad en
Ecône medio año antes de su muerte, después de haber resumido la historia del
catolicismo liberal saliente de la Revolución francesa, recordó como los Papas
combatieron siempre esta tentativa de reconciliación entre la Iglesia y el
mundo moderno, y declaró que el combate de la Fraternidad contra el Vaticano II
era exactamente el mismo combate. Concluyó:
«Entre más se analizan los documentos del Vaticano II y su
interpretación por las autoridades de la Iglesia, más nos damos cuenta que no
se trata de errores superficiales ni de algunos errores particulares como el
ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad, sino más bien de una
perversión total del espíritu, de toda una filosofía nueva fundada sobre el
subjetivismo… Esto es muy grave! Una perversión total!… Esto es verdaderamente
espantoso.»
Ahora bien, ¿el pensamiento de Benedicto XVI es mejor comparado con el
de Juan Pablo II? Basta leer el estudio de uno de nosotros sobre La Foi au
Péril de la Raison para darse cuenta que el pensamiento del Papa actual está
igualmente impregnado de subjetivismo. (Además no
olvidemos que este Pontífice fue, en su momento, uno de los principales
integrantes de la corriente modernista dentro del Concilio Vaticano II y
también un cardenal que castigó mucho a nuestro fundador, como el mismo Mons.
Lefevbre nos lo dijo repetidas veces a quienes lo conocimos y tratamos con él).
Es toda la fantasía
subjetiva del hombre en el lugar de la realidad objetiva de Dios. Es toda la
religión católica sumisa al mundo moderno. ¿Cómo se puede creer que un acuerdo
práctico pueda arreglar un problema semejante?
Pero, se nos dirá, Benedicto XVI es bondadoso hacia la Fraternidad y su
doctrina. En tanto que subjetivista puede serlo, porque los liberales
subjetivistas pueden tolerar la misma verdad pero no si ella se rehúsa a
tolerar el error. Él nos aceptará en el marco de un pluralismo relativista y
dialéctico, a condición de permanecer en la «plena comunión» hacia la autoridad
y hacia las otras «realidades eclesiales». He aquí el por qué las autoridades
pueden tolerar que la Fraternidad continúe enseñando la doctrina católica, pero
no soportarán absolutamente que ella condene a la doctrina conciliar.
He aquí
el por qué un acuerdo incluso puramente práctico haría necesaria y
progresivamente callar, por parte de la Fraternidad, toda crítica del concilio
o de la nueva misa. (Realidad que hoy, por desgracia,
ya está comprobada. Así lo hicieron con la Fraternidad San Pedro, con la Unión
Pía San Juan María Vianey, el Instituto de Buen Pastor, Los monjes benedictinos
de dom Gerard y, por último, con la congregación. Porque está prohibido hablar
del Papa actual, salvo algunas débiles “observaciones” que se han visto en
muchos sitios de internet o en algunos sermones de los cofrades y por parte del
superior general. Esto no es nuevo, desde años atrás ya se estaba empleando
esta ambigüedad dentro de la Fraternidad; de un acercamiento a Roma bajo el
agua y callando en lo máximo tanto los errores del concilio como lo relativo a
la Misa Nueva en cuanto a su validez, de ello soy testigo por mi larga trayectoria
dentro de la fraternidad).
Dejando de
atacar estas victorias que son las más importantes de la Revolución, la pobre
Fraternidad cesaría necesariamente de oponerse a la apostasía universal de
nuestra lamentable época y se hundiría ella misma. En última instancia, ¿quién
nos garantizará de permanecer tal cual somos protegiéndonos de la curia romana
y de los obispos? ¿El Papa Benedicto XVI? (Tan real es
esta verdad que nadie protegió a don
Gerard para que no lo obligaran a celebrara la misa nueva, menos aun a dom
Rifan que ya asistió a una misa concelebrada y a las dificultades que la San
Pedro tiene en varios lugares del orbe “católico-modernista”, un ejemplo claro
es lo sucedido en México, más concretamente en Guadalajara Jalisco. Los
sacerdotes de la Fraternidad San Pedro, tenían a su cargo una iglesia grande y
bonita que el Cardenal Sandoval Íñiguez les había asignado, pero, por el bien
de los fieles modernistas, la “dejaron” y los
enviaron a una capillita llamada Nuestra Señora del Pilar. ¿Que hizo Benedicto
XVI para impedir tal humillación? Nada.)
Por más que se niegue, este deslizamiento es inevitable. ¿No se ven ya
en la Fraternidad los síntomas de esta disminución en la confesión de la Fe?
Hoy en día, desgraciadamente, es lo contrario que sería «anormal» Justo antes
de las Consagraciones de 1988 cuando numerosas personas valientes insistían a
Monseñor Lefebvre para que hiciera un acuerdo práctico con Roma que abriría un
gran campo de apostolado, él dijo su pensamiento a los cuatro consagrAndos: «Un
gran campo de apostolado puede ser, pero en la ambigüedad y siguiendo dos
direcciones opuestas a la vez, lo que habría terminado pudriéndonos». ¿Cómo
obedecer y continuar predicando toda la verdad? ¿Cómo hacer un acuerdo sin que
la Fraternidad se «pudriera» en la contradicción?
Y cuando un año más tarde, Roma parecía hacer verdaderos gestos de
benevolencia hacia la Tradición, Monseñor Lefebvre todavía desconfiaba. El
temía que no se tratara más que de «maniobras para separar de nosotros el más
grande número de fieles posible. He aquí la perspectiva por la cual parecen
ceder todavía un poco más e incluso ir más lejos. Debemos absolutamente
convencer a nuestras gentes que no se trata más que de una maniobra, que es
peligroso meterse entre las manos de los obispos conciliares y de la Roma
modernista. Es el peligro más grande que amenaza a nuestra gente. Si nosotros
luchamos desde hace 20 años para resistir a los errores conciliares, no fue
para ponernos ahora entre las manos de aquellos que profesan errores.»
Siguiendo a Monseñor Lefebvre, el propósito de la Fraternidad es, más que
denunciar los errores por su nombre, de oponerse eficaz y públicamente a las
autoridades romanas que los difunden.
¿Cómo se podría conciliar un acuerdo y
una resistencia pública a las autoridades, entre ellas, al Papa? Y después de
haber luchado durante más de cuarenta años,¿ la Fraternidad deberá ahora
ponerse entre las manos de modernistas y liberales de los cuales acabamos de
constatar su pertinacia? (Cuán tan
ciertas son estas palabras que ya no se pueden ocultar ni “minimizar” como el
superior general lo quiere hacer, quien puede ¿ocultar el sol con un dedo?
¿Quien puede negar o minimizar la cantidad de sacerdotes que han abandonado la
Fraternidad, de congregaciones que, en la actualidad, han abandonado la
Fraternidad y la inmensa cantidad de fieles que, en todo los lugares donde esta
se encuentra, se han visto, como horrible pesadilla, obligados a salir de la
congregación? Muchos. Pero eso no es todo, los métodos que están utilizando
para amedrentar a los mismos sacerdotes que, si tenían la intención de dejarla,
ahora les es “imposible” porque, o, los castigan con la suspensión de su
ministerio, o los envían a la casa “contemplativa”, los amenazan con las
famosas admoniciones, que, por desgracia, hacen recordar los métodos utilizados
en la ex Unión Soviética con las famosas perestroikas).
Monseñor, Padres, pongan atención, ustedes conducen a la Fraternidad a
un punto sin retorno, a una profunda división sin marcha atrás y, si ustedes
llegan a un tal acuerdo, a poderosas fuerzas destructivas que Ella no
soportará. Si hasta el presente los obispos de la Fraternidad la han protegido,
es precisamente porque Monseñor Lefebvre rechazó un acuerdo práctico. Puesto
que la situación no ha cambiado substancialmente; puesto que la condición
emitida por el Capítulo del 2006 no se ha realizado (cambio de rumbo por parte
de Roma que permita un acuerdo práctico), escuchen de nuevo a su Fundador. Él
tuvo razón hace 25 años. Todavía tiene razón hoy. En su nombre, los conjuramos:
no comprometan a la Fraternidad en un acuerdo puramente práctico.
Con nuestros saludos más cordiales y fraternales, en Cristo y María,
Mons. Alfonso de Galarreta
Mons. Bernard Tissier de Mallerais
Mons. Richard Williamson
Mons. Richard Williamson
Por supuesto esta caritativa y fraternal carta fue recibida con una mala y
pésima respuesta que todavía tuve la suerte de leerla y dejo en mi ánimo un mal
sabor de boca, si se puede decir así. Ahí se esfumaron todas las esperanzas que
teníamos que el superior, oyendo las voces de sus hermanos en el episcopado,
retrocediera en sus tratativas con Roma. Hoy ya es mas tarde porque la DIVISION
YA EXISTE DENTRO Y FUERA, LA PERDIDA DE LA AUTORIDAD HA DISMINUIDO MUCHO, LA
CREDIBILIDAD IGUALMENTE Y, FINALMENTE, EL RESPETO TAMBIEN HACIA ESA MISMA
AUTORIDAD, el trabajo de Satanás ya está hecho pues no se puede negar aquella
premisa liberal y masónica “DIVIDE Y TRIUNFARAS”. A todo esto debemos agregar
el silencio de dos de los obispos firmantes, si vieron clara la situación,
¿porque no fueron coherentes con lo que aquí denuncian? No lo entiendo, es un
misterio. ¿Qué decir de los feligreses, quienes también sufren esta
tragedia no querida ni esperada de quien debía apoyarlas más que entregarlas al
lobo con piel de oveja?