lunes, 24 de marzo de 2014

LA CRUZADA POR LA LIBERTAD RELIGIOSA EN MEXICO: La guerra cristera (5a parte)

LA CRUZADA POR LA LIBERTAD RELIGIOSA EN MEXICO: La guerra cristera (5a parte)



JALISCO

Guadalajara. En esta ciudad situada al occidente de la República, el 3 de Agosto se escenificó un hecho importante que vale la pena contar: Se corrían rumores de que el gobierno iba a ocupar el santuario de N. Sra. de Guadalupe situado en la Av. Alcalde y Juan Alvarez, ante esta noticia la multitud invadió el Santuario y sus alrededores. Los niños sirvieron de mensajeros y en caso de alarma las campanas avisarían a los vecinos. El General Muñoz, con cincuenta soldados, intentó en vano tomar el Santuario, se vieron en la necesidad de replegarse y retornar con 250 soldados, las mujeres y los niños, en el interior del santuario, oraban y cantaban, mientras, en el exterior, los hombres y las mujeres combatían cuerpo a cuerpo contra el ejército. A las diez de la noche el ejército controlaba el jardín, la calle Juan Alvarez y varias cuadras a la redonda pero no el atrio y el interior del Santuario. A las seis de la mañana fue negociada la rendición, fueron detenidos 390 hombres, a las mujeres se les dejó en libertad, mientras eran conducidos al cuartel Colorado, la multitud gritaba "Viva Cristo Rey".


   Esta región se levantó en armas bajo la dirección de don Nicho Hernández, ex soldado del ejército porfirista, Victoriano Ramírez apodado "el catorce" por su gran habilidad como tirador y don Miguel Hernández, hombre de edad avanzada y de talento. Había sido militar en las tropas de Francisco Villa, por lo cual se lo temía. Pero él sorpresivamente se presentó en la reunión rompiendo el silencio al que nadie le dirigía la palabra: "Señores bien veo que teméis mi presencia entre vosotros: con mucho sentimiento hoy digo; ¿No creéis que puedo servirles de algo? Pues si Dios me dio licencia y fuerza para gritar ¡Viva Villa! ¿No me dará ahora para gritar Viva Cristo Rey y mi bendita Madre de Guadalupe"?



   En Noviembre de 1926 El gobierno, no queriendo alarmar a la prensa extranjera y dándole poca importancia al levantamiento armado, emitió un comunicado en estos términos: "Ningún problema militar afecta a la República...hay gavillas formadas en una parte por fanáticos que se han lanzado a aventuras rebeldes, instigados por determinados elementos...Por otra parte por profesionales." Sin embargo el 3 se luchaba cerca de Tepatitlán, el 5 en Zapotlanejo y Tlajomulco, el 7 en San Juan de los Lagos y otros combates en Aguas Calientes y Durango.


MICHOACAN

En la ciudad de Sahuayo hubo otro incidente similar al de Guadalajara el General tranquilino Mendoza fusiló a unas cuantas personas, también hubo otro levantamiento de menor importancia en el estado de Hidalgo


GUANAJUATO

En este Estado los primeros rebeldes hicieron acto de presencia incendiando la estación de Salvatierra, en Septiembre le siguieron la Piedad, Pénjamo y Santiago Boyacora (límite con el Estado de Durango). Siendo los principales protagonistas; Enrique Avila Rangel, y Luis Navarro Origel quien, antes de partir al campo de batalla dijo a su esposa: "Nos vemos en el cielo." Nos sería difícil enumerar todos y cada uno de los levantamientos suscitados en este período tan solo nos resta decir que en el Estado de Jalisco hubo 14 pueblos que se levantaron en armas y Noviembre y Diciembre fueron motivo de una mayor preocupación para el Gobierno.


GUERRRERO

Con Adolfo Soto, Felipe Garduño, Viveros, Pino Hurtado, Antonio Vázquez, Ladislao Molina entre otros que por ser numerosos solo cito a los más importantes. También hubo levantamientos en Puebla de los Ángeles, Durango, Oaxaca, Colima, Nayarit y otros estados más en menor escala, pero sin tener un coordinador general que organizara de tal manera  todos estos levantamientos para que los ataques al gobierno fueran más eficaces y demoledores.


LA CONSOLIDACION DE LA GUERRA CRISTERA (JULIO DEL 27 A JULIO DEL 28)
Que comprende o abarca los períodos de dos grandes personajes; el general Enrique Gorostieta y la muerte de Álvaro Obregón.


El General Enrique Gorostieta, pertenecía a una familia de Monterrey, fue cadete del colegio militar en tiempos de la invasión yanqui, notable artillero. Fue nombrado general por Victoriano Huerta. Por su odio a los carrancistas, a Obregón y a Calles era el hombre especial que la liga tanto había buscado. Gorostieta entró al servicio de la liga como mercenario percibiendo 3000 pesos oro al mes y 20,000 como indemnización para su mujer. Entró no siendo católico. Del primero de julio al 26 de febrero de 1928 pasó 161 días montado y cabalgó 4,508 Km. A una media de 30 por día, pronunció 18 arengas, hizo 215 nombramientos, libró 17 combates en los que murieron 79 cristeros y 789 federales, organizó civil militarmente la región de los cañones en el norte de Jalisco y en el sur de Zacatecas. Todo esto logró no sin graves dificultades ocasionadas por gente mal intencionada de la liga y de la A.C.J.M. a quienes supo manejar con mano dura y reducirlos a la nada. Meses después el gobierno ante la acción organizada y disciplinada del ejército cristero se vio en serias dificultades debido también a un cierto desorden en los mandos superiores de los federales. A eso le agregamos los ya 25,000 cristeros en el campo de batalla que  amenazaban con tomar la capital de la República y 17,000 jóvenes mujeres nucleadas en la organización Santa Juana de Arco fundada por Anacleto González Flores.

DEL APOGEO DEL MOVIMIENTO CRISTERO A LOS ARREGLOS 

¿Quién mejor que el General en jefe de los Cristeros sabrá expresarnos el sentir de los mismos con respecto a la acción del clero y a los arreglos que Roma buscaba? He aquí la carta que él dirigió a los ilustres prelados sobre los rumores que se corrían entre las tropas acerca de los mencionados arreglos: "Desde que comenzó nuestra lucha, no ha dejado de ocuparse periódicamente la prensa nacional, y aun la extranjera, de posibles arreglos entre el llamado gobierno y algún miembro señalado del Episcopado mexicano, para terminar el problema religioso. Siempre que tal noticia ha aparecido han sentido los hombres en lucha que un escalofrío de muerte los invade, peor mil veces que todos los peligros que se han decidido a arrastrar, peor, mucho peor que todas las amarguras que han debido apurar. Cada vez que la prensa nos dice de un obispo posible parlamentario con el callismo, sentimos como una bofetada en pleno rostro, tanto más dolorosa cuanto que viene de quien podríamos esperar un consuelo, una palabra de aliento en nuestra lucha; aliento y consuelo que con una sola honorabilísima excepción de nadie hemos recibido”. “Estas noticias que de manera tan irregular ha dado la prensa, y las que nunca han sido desmentidas de manera oficial por nuestros obispos, siempre han sido de fatales consecuencias para nosotros; los que dirigimos en el campo la batalla siempre hemos podido notar que a raíz de una de ellas se suspende el crecimiento de nuestra organización, y para volver a obtenerlo hemos debido hacer grandes esfuerzos. Siempre han sido estas noticias como duchasos de agua fría a nuestro cálido entusiasmo..."[1]. Sobre este mismo tema nos da otro testimonio el P. Arroyo: "...Y al ver esta digna actitud de los católicos, todo mundo creyó que el enemigo sería vencido puesto que la Iglesia sería heroicamente defendida por el pueblo católico mexicano. ¡Qué decepción! Todo fue llamarada de petate, porque la mayoría aplastante de obispos y sacerdotes temieron al enemigo, pronto buscaron acomodamiento y cayeron en la conformidad criminal, se sumergieron en la maldita inercia, esperando todos puros milagros del cielo que dieran libertad a la Iglesia. Todos se conformaron en exhortar y recitar unas cuantas oraciones... Los sacerdotes, más estrictos que nunca, en su mayoría acudieron a la teología y sin más consideraciones decretaron la ilicitud de la lucha violenta en defensa de la Iglesia y optaron por acudir y poner en práctica el consejo evangélico de dejarse herir y presentar luego la otra mejilla. De ahí que, como en los tiempos neronianos, aconsejaban al pueblo a que pasivamente ofreciera su cuello al verdugo"[2].




[1] Carta a los prelados, sobre los arreglos, 16 de mayo de 1929.
[2] Algo sobre la persecución religiosa, defensa armada y arreglos (Carta del R. P. Adolfo Arroyo, vicario de Valparaíso, Zacatecas, 24 de enero de 1934).