viernes, 30 de septiembre de 2022

SAN JERONIMO

 


En Roma Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.

El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma). San Francisco de Sales recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: "En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?"

Estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano – católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.


Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia.

Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.

Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Y aún sigue siéndolo puesto que las traducciones modernas están realizadas en un espíritu modernista que tiende o niega los milagros directamente, utilizan términos muy técnicos y complicados que el pueblo sencillo no entiende ni domina. Por otra parte los traductores modernos no tienen el nivel de lenguas que tenía San Jerónimo, ni la Santidad, ni son doctores de la Iglesia. Por lo que la calidad y fidelidad de la Vulgata nunca ha sido superada hasta hoy.

Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura... y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos...). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!".

Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.

Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.

Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. 

La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.

El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.

martes, 27 de septiembre de 2022

EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821 UNA NUEVA NACIÓN INICIABA SU CAMINO; SU PROMOTOR AGUSTÍN DE ITURBIDE




SEMBLANZA

El 1 de enero de 1820 estaban ya listas las tropas españolas en el puerto de Cádiz, al mando del Comandante Rafael del Riego, para trasladarse al continente americano a terminar, de una vez por todas, con los movimientos de independencia apoyados por los enemigos de la España católica (1). España estaba exhausta, y estos diez mil soldados  debían asegurar lo que ya se había ganado.

Hay que recalcar que España, anteriormente, había hecho el supremo esfuerzo de mandar más de 15 mil hombres de guerra para sofocar las insurrecciones americanas, comenzadas precisamente en 1808, cuando Napoleón tomó prisioneros al Rey Carlos IV y al príncipe Fernando, obteniendo la renuncia forzada de ambos al trono en favor suyo. La consiguiente ocupación francesa a ese infortunado acontecimiento, y la heroica guerra de independencia del pueblo español contra el usurpador José I, no fueron obstáculo para el envío de esas tropas. Otros 30 mil efectivos más se habían enviado a los virreinatos, desde que Fernando VII había tomado el poder en 1814 hasta 1819, cuando los liberales masones presionaron al Rey para que volviese a proclamar la Constitución de 1812.

Pero, el comandante Rafael del Riego, presionado por sus hermanos masones, se pronunció contra  Fernando VII en vez de atravesar el océano para cumplir con su deber patriótico. El Rey, falto de carácter y amenazado por las logias de un levantamiento general juró de nuevo, el 10 de marzo de 1820, la Constitución de Cádiz de 1812 ya rechazada por él desde 1817.  Este documento anticatólico, base de todas constituciones mexicanas posteriores, se iba jurando, con desagrado general, por toda España y por  las ciudades y villas del Imperio Español en América.

Los acontecimientos de la Península se recibieron en la Nueva España con encontradas opiniones, hubo gritos de “Viva la Pepa”, así llamada por el pueblo a la Constitución de Cádiz por haber sido proclamada en ese puerto el 19 de marzo de 1812. (2)
El virrey y todas las personas conscientes del extremado peligro para la Iglesia, las instituciones y la Fe del pueblo, dudaron  sobre si era conveniente proclamar ese instrumento político y social, ideado por la Masonería, para desmantelar el Imperio desde la propia Corona española.

El pueblo novohispano en general no simpatizó con la decisión real, solamente se entusiasmaron con ella los integrantes del Partido Liberal (3), los “ilustrados” masones peninsulares y americanos que actuaban casi en secreto desde la abortada Independencia encabezada por el Lic. Primo Verdad, el Ayuntamiento de la ciudad de México y el virrey Iturrigaray, en septiembre de 1808.
Desde esa fecha hasta el año de 1820, los liberales habían ido aumentando considerablemente su número,  y sus relaciones con la central de  Charleston y la Logia de Nueva Orleáns, eran ya,  más estrechas. (4)
   
Los liberales del Virreinato se dieron cuenta de los titubeos del virrey Juan Ruiz de Apodaca por su deseo de no proclamar la Constitución de Cádiz, e instaron a los comerciantes de Veracruz, todos afiliados a la masonería obediente de la Logia de Nueva Orleáns, a obligar al jefe militar  y político del puerto, don José Dávila a jurar la Constitución. (5)

El triunfo de los liberales en España y la sujeción del Rey a las Cortes, había  revivido los partidos políticos en la Nueva España, especialmente el Partido Liberal internacional que había estado actuando secretamente por 12 años y que ahora comenzaba a emerger de la oscuridad. El virrey Apodaca  tenía la vista fija en los Estados Unidos, sabía perfectamente que allí estaba el motor de las revoluciones suscitadas desde 1808, porque esa  nación ambicionaba los territorios norteños del Virreinato (6).

Mientras tanto, la situación de España se había vuelto confusa y desordenada a partir de la proclamación real de la Constitución de 1812: protestas de unos y júbilo de otros,  robos y crímenes, desmanes contra la Iglesia y su jerarquía; así que antes de esperar levantamientos como allá, el virrey Apodaca resolvió proclamar y jurar la Constitución.       
Por otra parte, en el oratorio de San Felipe Neri de la Casa Profesa de la ciudad de México, se había formado una Junta secreta  de personas prominentes de la sociedad,  que con conocimiento del Virrey, buscaba  separar a  la Nueva España de la antigua, con Ruiz de Apodaca como Gobernador, mientras el rey Fernando se sacudía el poder de las Cortes liberales.
El paso siguiente sería encontrar un jefe militar con suficiente popularidad y don de mando para ejecutar el proyecto; la elección recayó en don Agustín de Iturbide, recientemente nombrado por el mismo virrey Apodaca, para terminar con el foco insurgente que comandaba Vicente Guerrero.

Curiosamente, el proyectado plan de “La Profesa” no era muy diferente de los planes  anteriores denunciados en 1808, 1809 y 1810, y el de la intervención internacional (que en 1816 comandaba Javier Mina (españoles, italianos, polacos, ingleses y angloamericanos). Solamente difería de los propósitos ulteriores: configurar una nueva nación independiente de cualquier otra; pero no anexarla a los Estados Unidos, como habían sido las intenciones de Primo Verdad, García Obeso, Mariano Michelena, el cura  Manuel Iturriaga, el cura Hidalgo, Allende, Aldama, el cura Morelos, el cura José Ma. Cos,  Javier Mina, el cura M. Ramos Arzpe  y el cura Servando T. de Mier; todos ellos masones. (7)

 La Nueva España, al cabo de 9 años de guerra de desolación había quedado en estado de completa ruina, tal como se les había ordenado desde Charleston,  a todos los insurgentes desde Hidalgo hasta Mina. Ya se había derramado mucha sangre de novohispanos;  la paz y concordia que habían prevalecido en los Virreinatos durante 300 años  estaba rota, el Imperio Español en América resquebrajado en todas sus partes, la religión católica amenazada y nuestra cultura española que había englobado a todas las razas en un solo ideal, era despreciada por sus propios patricios encandilados por la “Ilustración” del liberalismo y el “libre examen” de la República yanqui.
Tanto en la Península como en sus posesiones americanas, fueron legión, los que se enredaron en la telaraña de las logias, unos por malicia y otros por ingenuidad quedaron atrapados en la trampa tendida desde el Centro de Charleston. Con la proclamación de la Constitución de Cádiz, España y su Imperio habían quedado sujetos a la política expansionista de Washington. (8)
Anteriormente, en 1818, los Estados Unidos le habían usurpado a España las dos Floridas cumpliéndose la primera fase de la profecía del conde de Aranda (9).

El “Destino Manifiesto Imperial” (10) de los fundadores calvinistas y masones de los Estados Unidos, segunda república anticatólica del mundo en 1776; la primera había sido la de Oliver Comwell en la Inglaterra de 1649 a 1659, y de ambas, la consecuente tercera República promovida en la Francia de 1789, marcaron el camino de los súbditos ambiciosos e irreflexivos de la Corona Española, buscadores todos, de empleos bien remunerados y poder para saciar su orgullo. (11)

Después del fracaso de los conspiradores de la Casa Profesa y ya con el nombramiento de Comandante de las Fuerzas del Sur, Agustín de Iturbide, queda en libertad de poner en práctica su Plan que él solo había concebido.
Iturbide,  de 37 años, padre de 7 hijos, otros dos nacerían más tarde, amante de su religión católica y de su tierra, inteligente y deseoso de ver a su patria unida, fuerte y respetada. Dotado de cualidades físicas suficientemente probadas en sus años de combate contra el desorden de los insurgentes, y aunado todo esto, a su especial atractivo, se le abrían todas las puertas conquistando voluntades.
El 16 de noviembre de 1820 se encaminó a las tierras del sur de Nueva España para atraerse a los revolucionarios, más que para combatirlos.  El Plan que traía entre manos, era entonces estrictamente secreto,  y consistía esencialmente en los siguientes puntos:

a) La conservación de la Religión Católica Apostólica Romana como religión de estado; b) La absoluta Independencia de este Reino, estableciéndose en él una monarquía moderada, con el título de Imperio Mexicano, llamando para ocupar el Trono al rey Fernando VII o a otro príncipe de Casa reinante; c) Y la Unión de todos los habitantes establecidos en este Reino.

Mientras tantea el terreno,  con extremada prudencia escribe muchas cartas a toda clase de personas. Se pone en contacto con Vicente Guerrero a quien conocerá personalmente mucho después.
Por fin, convencido de que no hay  remedio, en ese desorden y confusión, para la subsistencia del Imperio Español, y de que la mayoría de las opiniones de los que luchan en uno y otro bando está por la independencia de Nueva España , llamada entonces: la América Septentrional; hizo circular su Plan entre las personas de su confianza con el encargo de hacerlo extensivo a casi todos los jefes tanto realistas como insurgentes. Iturbide se dio cuenta de que eran muchos a los que repugnaba un gobierno monárquico conducido por Fernando VII, y estaban ganados por la propaganda yanqui de instalar su república en estas tierras. Pero la mayoría de la gente consciente aceptaba el Plan de Iturbide, incluidas las autoridades virreinales que disimulaban. Una Monarquía Católica sería la garantía para evitar la Constitución masónica de 1812, pensaban.

A principios del año de 1821 Vicente Guerreo y su tropa de apenas unos 2000 efectivos se adhirieron al Plan por lo que Agustín de Iturbide lo proclamó en la ciudad de Iguala el 24 de febrero de 1821. Al mismo tiempo reconocía  “Los méritos que la América había obtenido de la Conquista y gobierno de la Corona Española, la nación más piadosa, heroica y magnánima eran para siempre, pero que había llegado el tiempo de que aquellas ciudades y pueblos opulentos, que aquellas provincias y reinos dilatados que España  educó y engrandeció ocupasen en el universo un lugar distinguido, siendo general deseo de la independencia entre los habitantes   de todas clases, por lo que para uniformar la opinión, el ejército había jurado sostener el Plan……”
Ese mismo día enviaba cartas al Virrey, al Arzobispo y a las personas principales de lo acontecido en Iguala.
El siguiente 1º. de Marzo estando reunidos todos los jefes de los cuerpos militares les habló de sus deberes que contraerían con la nación que comenzaba su vida independiente y de las terribles consecuencias que vendrían sino se tomaban medidas prontas y eficaces para unificar opiniones y propósitos a fin de evitar el desorden y la anarquía.
Al día siguiente 2 de marzo se llevó a cabo la ceremonia de Jura. Agustín de Iturbide y Aramburu como Primer Jefe de Ejército independentista:

“En gran habitación donde se alojaba Iturbide, al centro una mesa con el Crucifijo sobre un Misal, puestos en pié los jefes mientras el Capellán don Antonio Cárdenas, leyó el Evangelio del día, acercándose a la mesa el primer Jefe,  puso la mano izquierda sobre el Santo Evangelio y la derecha sobre el puño de la espada prestó el juramento de manos del padre capellán en estos términos”:
“¿Juráis a Dios y prometéis bajo la Cruz de vuestra espada, observar la santa religión Católica, Apostólica y Romana?,  Sí juro”
“¿Juráis hacer la independencia de este Imperio guardando para ello la paz y unión de europeos y americanos? – Sí juro”
“¿Juráis la obediencia al señor D. Fernando VII si adopta y jura la constitución que haya de hacerse por las cortes de esta América Septentrional? – Sí juro”
“Si así lo hiciereis, el Señor Dios de los ejércitos y de la paz  os ayude y sino os lo demande” (12)

En la tarde de ese mismo 2 de marzo, Iturbide hizo jurar en la Plaza de armas a todos  los integrantes del nuevo ejército al que se le dio el nombre de “Ejercito  Trigarante”, tomaba el nombre de los tres puntos principales del Plan original: RELIGIÓN CATÓLICA, INDEPENDENCIA, UNIÓN DE EUROPEOS Y AMERICANOS.
De esta misma idea salieron los colores que debería llevar el nuevo lábaro o Bandera de las Tres Garantías que comenzó a ondear a partir de entonces: Tres franjas diagonales  de izquierda  a derecha:

BLANCO-RELIGIÓN; VERDE-INDEPENDENCIA; ROJO-UNIÓN

El virrey Juan Ruiz de Apodaca rechazó el Pan de la Tres Garantías y puso fuera de la Ley a Iturbide, pero la mayoría de las guarniciones militares y las ciudades manifestaron su adhesión al Plan y se le fueron agregando. Victorioso, el Ejército Trigarante  avanzó sobre la capital del Reino aumentando sus efectivos por donde pasaba.

 Mientras esto sucedía en la Nueva España, en la antigua las Cortes habían nombrado, sin la firma del Rey a un nuevo virrey; Juan Odonojú, antiguo ministro del intruso José I hermano de Napoleón, Odonojú era miembro de la logia “Comuneros de Castilla”,  obediente a la Masonería francesa que ya estaba obediente a la Central de Charleston U.S.A. El último virrey llegaba  con la consigna de entregar el poder político al héroe de Iguala.  Ya en la Nueva España, Odonojú  celebró con Iturbide el “Tratado de Córdoba” el 2 de agosto de 1821 con el que reconocía de hecho, aunque ilegalmente, la Independencia de la  nueva nación. (13)

Pasaron varias semanas mientras se trataban de organizar las últimas fuerzas militares españolas al mando del Mariscal de Campo don Francisco Novella. Este, recibió al nuevo virrey con mucha desconfianza, pero por la situación de inferioridad en que se encontraba tuvo que entregarle el mando de la Nueva España. Mientras Juan Odonojú  esperó la entrada del Ejército Trigarante a la capital del reino, esta se efectuó el mismo día que don Agustín cumplía 38 años de edad, EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821 FECHA CONSIDERADA COMO EL NACIMIENTO DEL NUEVO ESTADO MONÁRQUICO Y CATÓLICO.
Los hermanos masones de los liberales novohispanos  estaban aprovechando el genio, la popularidad  y el esfuerzo de Agustín de Iturbide para separar el mejor  reino de ultramar de la Madre Patria, elevar al trono del nuevo Imperio a su creador y luego traicionarlo, echarlo del país, acosarlo por Europa, traerlo de nuevo al país para asesinarlo sin ningún juicio. (14)
Pasaron los meses y solamente se había formado la Junta Provisional Gubernativa con la presidencia de Iturbide, mientras se resolvía el traslado al nuevo país, de algún príncipe europeo que aceptara la corona, desde luego, nadie aceptó por las razones de ilegalidad que privaban.  Por fin se constituyó el Congreso con individuos de varios partidos, EL 24 DE FEBRERO DE 1822.

A poco llegó a la capital del nuevo país la noticia del rechazo de la Corona Española al Tratado de Córdoba, esto provocó la efervescencia prevista por las logias masónicas. El partido iturbidista (Nacional Mexicano) era el más numeroso pero sin cohesión entre los miembros, en cambio los partidos opositores: Borbonista, Republicano Progresista (Liberal), apoyados por  la Masonería internacional,  hicieron un frente común contra el  Plan de Iguala y sus  Tres Garantíaspor ser un Plan eminentemente católico.

Para evitar los propósitos de los liberales, el Partido Iturbidista se les adelantó, por decirlo así, proclamando a Agustín I como emperador, esto sucedía el 18 de mayo de 1822 cuando el oficial Pío Marcha al frente de un corto número de militares se presentó frente a la casa que ocupaba Iturbide. De inmediato se congregó una muchedumbre que fue creciendo hasta hacerse un auténtico movimiento popular, el pueblo de la capital deseaba a Iturbide como su gobernante. Los congresistas, en su mayoría, se reunieron en su sede el 19 de mayo y el 21 de mayo siguiente proclamaron a Agustín de Iturbide como Emperador de la América Mexicana.

Iturbide aceptó el título de Emperador jurando estar bajo una constitución masónica, grave error porque su poder quedó atado por el Congreso, donde ya se formaba el PARTIDO LIBERAL, invento de las Logias masónicas, presionó con su fuerza internacional, para hacer imposible su gobierno. El reinado de Agustín I duró solamente10 meses, del 19 de mayo de 1822 al 23 de marzo de 1823, el Partido Liberal Internacional había destruido el primer y único gobierno nacional independiente que ha existido en la historia de México.

El historiador A. Gibaja y Patrón asienta en el Capítulo XXV del TomoII de su Obra “Las Revoluciones Sociales de México” lo siguiente que copio a la letra:

“Uno de los primeros cuidados del señor Iturbide luego de que se eligió Emperador, fue enviar a los Estados Unidos del Norte un ministro plenipotenciario para que promoviese el reconocimiento de la independencia de México y de la nueva dinastía imperial………el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos así como tenían fuertes simpatías para reconocer la simpatía la independencia  de los nuevos estados americanos, (todos republicanos), y de entrar en relaciones con ellos (ellos mismos los habían promovido), no disimulaban su disgusto al ver levantarse en el país vecino una monarquía, cuyo principales apoyos serían un ejército formidable (más de 50 mil efectivos) y el influjo del clero católico, elementos corrosivos para los países” libres y republicanos”.

 “Lo que le repugnaba al gobierno de los Estados Unidos, no era tanto, la monarquía establecida en un país americano, ni el influjo del ejército y del clero, sino lo que le estorbaba, era el establecimiento de  un gobierno puramente nacional mexicano, a quien no tenía bajo sus órdenes para que le sirviese incondicionalmente”
El Imperio no había salido de las manos del gobierno de los Estados Unidos, sino de los propios mexicanos fieles a su religión católica,  y a sus tradiciones novohispanas, encabezados por quien los debía haber gobernado, don Agustín de Iturbide quien dando el golpe maestro para ello, aprovechó el momento y circunstancias políticas que se presentaron en 1821.

La guerra de los poderes que guiaban el “Destino Manifiesto angloamericano” no tardó en producirse. El levantamiento del Plan de Casa-Mata iniciado por Antonio López de Santana e instigado por el gobierno del presidente James Monroe a través de sus agentes en México, hizo caer del trono al Emperador, fue expulsado con su familia a Italia donde no pudo vivir tranquilo, pues era acosado constantemente por las logias en la prensa italiana, quiso residir en Londres pero, fue instado con engaños en Londres a regresar a México, al desembarcar en la costa de Tamaulipas fue fusilado en el pueblo de Padilla, Tamaulipas el 19 de julio de 1824. Sus restos se encuentran actualmente (2008) en la Capilla dedicada a San Felipe de Jesús, primer santo mexicano, en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México.

El historiador don Lucas Alamán quien no era muy afecto a Iturbide, se expresa de él como uno de los dos mejores hombres que había dado la América.


Las últimas palabras de don Agustín ante el pelotón que lo llevó a la muerte fueron:

“Mexicanos, en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la patria y a observancia de nuestra santa religión católica, ella es quien os ha de conducir a la gloria, Muero por haber venido a ayudaros, muero con honor….”


LUIS OZDEN.
27 de septiembre de 2009.
CITAS Y NOTAS:
(1) Los Estados Unidos, Francia e Inglaterra; quienes con una ambición sin límites, intentaban repartirse las posesiones de la Corona Española en América, aprovecharon las maniobras de Napoleón contra España para revolucionar los Reinos de ultramar. Estas tres potencias actuaban entre los “ilustrados” hispanoamericanos y peninsulares, a través de las sociedades secretas o Logias masónicas, cuyo centro mundial del mando ideológico estaba en la ciudad de Charleston, puerto fundado por los ingleses en el siglo XVII justo en el paralelo 33 latitud norte, Carolina del sur, U.S.A.  L. Pérez de León, “Apuntes sobre El Destino Manifiesto”

(2)  “El poder legal de las Cortes estaba sometido a otro más absoluto y esencialmente revolucionario. Se habían organizado las sociedades llamadas patrióticas, que venían a ser el órgano público de las secretas, así como la Guardia Nacional era su fuerza armada, eran un remedo de los clubes que se formaron en Francia a principios de la Revolución”. A.Gibaja y Patrón, Tomo II, pag. 241.

(3)  “El Partido Liberal es la forma política que contiene la filosofía, la ciencia y la moral de la Masonería, aplicándolas a la organización de los pueblos, con la tendencia a formar un solo gobierno universal. O más sencillamente puede decirse: El Partido Liberal es la forma política del judaísmo”. “Las Revoluciones sociales de México”, A. Gibaja y Patrón, Tomo I, Cap. I, pág. 2, año 1920,  Ed. 1973.

(4) Las órdenes y las noticias entre los  hermanos masones, tanto extranjeros, peninsulares y novohispanos corrían entre los centros de comerciantes, militares e intelectuales de Charleston, Nueva Orleáns, La Habana y Veracruz. “Apuntes sobre el Destino Manifiesto”, L. Pérez de León. 1998.

(5)  El acucioso investigador de la Masonería D Antonio Gibaja y Patrón, asienta en el II tomo de su  Obra: “Las Revoluciones sociales de México”, la declaración del general Dávila: “Señores, ya ustedes me han obligado a proclamar la Constitución. Esperen  ahora, la independencia de la Nueva España, que será el resultado de todo esto”.

(6) Existe en el Archivo de Indias de la ciudad de Sevilla un buen legajo de cartas escritas por don Luis de Onís, Plenipotenciario de la Corona Española en Estados Unidos quien por más de diez años, informó con el nombre de “Correspondencia secreta”, a  los virreyes de Nueva España y a los gobernadores de Cuba, de todo el tejemaneje de los presidentes de ese país apoyando las insurrecciones de los liberales y de la confección de un mapa trazado, sobre la información geográfica que obtuvieron del masón Barón de Humbolt, y este, de los ingenieros del Colegio de Minería de la ciudad de México.  “Apuntes sobre el Destino Manifiesto” L. Pérez de León, 1998.

(7) “Apuntes sobre el Destino Manifiesto”, L. G. Pérez de León.

(8) Cuando el 22 de febrero de 1819 se firmó en Washington entre el Ministro Plenipotenciario de España don Luis de Onís y el secretario de los Estado Unidos John Q. Adams, el tratado de límites entre esa nación y la Nueva España; quedaron demarcados, desde la desembocadura del río Sabina en el Golfo de México  hasta los 42 grados de latitud en la costa del Pacífico.  A. Gibaja y Patrón, Tomo II

(9) El conde de Aranda, ministro del rey Carlos III, y por orden real,  firmó en el Palacio de Versailles en Francia, el Tratado de Paz y cooperación comercial entre España, Francia e Inglaterra; a las que se auto agregó la naciente república norteamericana para legalizar, ante esas potencias, su independencia y libre comercio con las naciones más importantes de ese tiempo. Aranda escribió una carta profética al rey de España: “…me limitaré a lo que nos ocupa sobre el temor de vernos expuestos a los peligros de que nos amenazan de parte de la nueva potencia que acabamos de reconocer, en un continente en que no existe ninguna otra en estado de contener sus progresos. Esta república federal ha nacido pigmea por decirlo así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las fuerzas de dos potencias tan poderosas como la España y la Francia, para conseguir su independencia. Vendrá un día que será un gigante, un coloso temible en esas naciones. Olvidará entonces los beneficios que ha recibido de nosotros, y no pensará más que en su engrandecimiento. La libertad de conciencia…… atraerá a gente de todas las naciones…….. el paso primero de esta potencia será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo de México…….¿Cómo podremos, pues, esperar que los americanos respeten el reino de la Nueva España,  cuando tengan facilidad de apoderarse de este rico y hermoso país….?. Apuntes sobre el “Destino Manifiesto Angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.

(10)”Apuntes sobre el Destino Manifiesto angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.

(11) ” Apuntes sobre el Destino Manifiesto angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.

(12)  Asienta en su  Obra Don Lucas Alamán en su “Historia de México” tomo V, pág. 103.

(13) Apuntes sobre el “Destino Manifiesto Angloamericano”  Luis G. Pérez de León Rivero. Los tratados de Córdoba eran ilegales porque O´Donojú no llevaba su título de Virrey firmado por el rey Fernando VII, sino por las Cortes de Cádiz, no reconocidas por el monarca. Todas las naciones salidas del Imperio Español obtuvieron su independencia ilegalmente y fueron siendo reconocidas ya muy tardíamente por la reina Isabel II, hija de Fernando VII..

(14) “Apuntes sobre el Destino Manifiesto Angloamericano” Luis G. Pérez de León.

lunes, 26 de septiembre de 2022

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS (DON FELIX SARDA SALVANI)

 


Jesucristo es Dios. Aunque hay en

el dos naturalezas, divina y humana,

como enseña la fe católica, es, sin embargo,

única la Persona, y ésta es divina.


Es, pues, digno de toda veneración,

así en su Humanidad santísima

como en su Divinidad. Y de su Humanidad

santísima es digno de veneración,

no sólo el conjunto, sí que cada

una de las partes de él. De suerte que

pueden y deben venerarse el cuerpo y

alma de Cristo, pero puede separadamente

venerarse su cuerpo y venerarse su alma, y pueden de su cuerpo

ser venerados con culto especial

cada uno de sus sacratísimos miembros.


Así es antiquísimo en la Iglesia

el culto de las adorables llagas de las

manos, pies y costado; así es ya común

la veneración a su purísima Sangre;

así podemos fijarla muy en particular

en su sagrada cabeza, coronada

de espinas, etc., etc. Sirva esto de

contestación a los que haciéndose del

asombradizo preguntan: ¿por qué se

da este culto especial al Sagrado Corazón

de Jesús? Respuesta decisiva:

se le da en primer lugar, como puede

darse a una parte cualquiera de su santísima

Humanidad.


Pero hay un motivo especialísimo

para dar este culto al Corazón, más

que á la cabeza, manos ó pies. E1 corazón

es entre todos los órganos corporales,

por decirlo así, el menos corporal; viene á ser con respecto a la

parte afectiva de nuestro ser, lo que

el cerebro con respecto á su parte intelectiva;

es el que está más en íntimo

y misterioso contacto con el alma por

su vida de sentimiento; es como la

fragua suya de que se sirve ella para

elaborar sus afectos. 

Así que del mismo modo que en todos los idiomas se

dice que piensa y discurre é imagina

el hombre con la cabeza, así en todos

los idiomas se dice que ama y aborrece

y sufre y goza y anhela y teme con

el corazón. Porque para sus operaciones

intelectuales parece que se sirve

más el alma de la primera, como para

sus operaciones afectivas se sirve del

segundo. Tiene, pues, el corazón en

el compuesto humano una importancia

especial.  Además de ser la válvula

reguladora de su movimiento circulatorio,

es el sagrario de sus más delicados sentimientos; 

es el volcán de sus

más encendidas llamaradas; es el oculto

resorte de la mayor parte de sus actos

é inclinaciones. Se ha dicho con

verdad que el hombre lo es casi siempre

todo por su corazón. Si se eleva

hasta la sublimidad del Angel o desciende

hasta la horrible condición del

demonio, es comúnmente según lo que

ha purificado y enaltecido, ó maleado

y degradado los sentimientos de su

corazón.


Ahora bien. Cristo, Dios y Hombre

verdadero, tuvo en su vida mortal, y

tiene hoy en su vida gloriosa en el

cielo y en su vida escondida en el Sacramento,

un verdadero Corazón. Y

como su Divina Persona es justamente

la persona de un Dios-Hombre y de un Hombre-Dios, 

su Corazón es juntamente

Corazón humano y Corazón

divino, Corazón que pertenece al hombre

y Corazón que pertenece á Dios,

Corazón que late y alienta con todos

los más nobles afectos humanos, y juntamente

con los nobilísimos afectos de

la Divinidad. Amó Cristo á Dios-Padre

y á la humana criatura con amor infinito,

y el órgano ó fragua de este

amor infinito fue su Divino Corazón.


Aborreció el pecado, que es el único

objeto digno de los odios de un Dios,

y el centro de estos odios infinitos fué

su Divino Corazón. Anheló la divina

gloria y la redención humana con hambre

y sed que le hicieron impaciente

por los tormentos y por la muerte, y

el foco de estos anhelos y divinas impaciencias

fué su Sagrado Corazón.


Discurramos, pues. Si merecen culto

y veneración la cruz en que murió el Salvador, los clavos que taladraron

sus manos y pies, las espinas que se

hincaron ea su cabeza, el sepulcro en

que fué colocado, por el contacto material

que tuvieron todos estos objetos

con su Divina Persona, ¿no hay razón

especialísima para honrar con especialísimo

culto y amor, el Corazón suyo,

aunque se le considere sólo como una

parle más noble de su sagrada Humanidad,

como una entraña la más delicada

de sus sacratísimas entrañas, como

el órgano finísimo con el que su

bendita alma nos amó, y deseó sufrir

y morir por nosotros?


Hasta aquí, empero, considerando

al Sagrado Corazón como objeto material

de este hermoso culto, que bajo

este solo aspecto tendría ya incontestable

derecho á nuestra predilección.

Mas, con el culto del Sagrado Corazón

no se trata solamente de honrar la dicha viscera 

material del organismo

humano de nuestro Divino Salvador;

trátase juntamente de venerarla como

símbolo del inmenso amor suyo en favor

de los hombres, que le llevó á

morir por ellos en el árbol de la cruz.

Segundo aspecto de la cuestión, no

menos interesante que el primero.


También está en el buen sentido

del género humano que en el corazón esté el 

símbolo más adecuado del amor. El

idioma de todos los pueblos lo expresa

de esta manera, cuando decimos

que a una persona la hacemos dueña

de nuestro corazón, o que reinamos en

el suyo, ó le pedimos nos admita en

él, no queremos significar con esto

más que el hecho de que la amamos,

ó el deseo de que nos ame. Por corazón

entendemos amor y nada más. Es

un tropo vulgar que emplean hasta

los que no han aprendido retórica,

porque lo enseña á todos la misma naturaleza.


Es , pues, altamente filosófico,

y altamente teológico, y altamente

artístico, y altamente natural para

venerar el amor infinito de Jesucristo á

Dios Padre y a los hombres sus hermanos,

tomar por símbolo y figura su

Sagrado Corazón, rodeándolo con los

atributos más expresivos para dar á

comprender lodo el significado de este

divino jeroglifico. Si, no hay representación

más exacta que ésta, de los

divinos afectos del Salvador: el Corazón

con llamas, para significar el ardoroso

incendio de sus amores; el Corazón

con la herida manando sangre,

para demostrar la efusión de este

amor sobre todos los mortales; el Corazón

con cruz y corona de espinas,

para recordar las agonías y sufrimientos

que le causó este amor. Símbolo

que por sí solo es un poema; símbolo

que habla coa más elocuencia que las

frases del más vehemente discurso;

símbolo que puede entender cualquiera

aunque no tenga talento, sólo con

que tenga ojos en la cara para ver, y

á su vez en el pecho un corazón para

sentir. Ahora bien. Este símbolo tan perfecto

y adecuado podía ser escogido

por los hombres para mejor representar

con él el infinito amor que nos tuvo

nuestro dulcísimo Jesús; pero no

fué escogido ni inventado por los hombres,

no, sino que les fué dado y comunicado

del cielo por el mismo adorable

Redentor. Tiene, pues, además

de su fundamento teológico y de su

exactísima propiedad filosófica, el carácter

más respetable de todos, el desu origen celestial. 

Sí, el culto del Sagrado

Corazón de Jesús, así bajo su

punto de vista material como bajo su

aspecto simbólico, conocido ya desde

los primeros siglos en la Iglesia y

practicado por gran número de Santos

y almas enamoradas de Dios, fué más

especialmente declarado al mundo por

el mismo Cristo en el último tercio del

siglo XVII por mediación de la bienaventurada

Margarita María Alacoque,

religiosa de la Visitación, recientemente

elevada por Pío IX al honor

de los altares. Las revelaciones hechas

por Jesucristo á esta su fiel esposa para

el mayor desarrollo del culto de su

Sagrado Corazón, han sido todas reconocidas

por la Santa Iglesia, cuya escrupulosidad

en este punto es imponderable. 


En repetidas ocasiones se

apareció Jesucristo mostrando á la Beata

Margarita su Corazón con las dichas insignias 

de la cruz, corona de espinas

y herida de la lanza, encargándola que

juntamente con el P. La Colombiére,

de la Compañía de Jesús, propagase

por el mundo cristiano la devoción al

Sagrado Corazón, y que pidiese a la

Iglesia la celebración de su fiesta el

viernes primero después de la octava

de Corpus Christi. 


Añadió además singularísimas

promesas en favor de los

que se esmerasen en practicar y propagar

este culto, señalándolo como eficaz

medicina para la restauración de

la fe y reencendimiento de la piedad

en estos últimos tiempos de tibieza é

indiferentismo. 


Cumpliólo así la ejemplar

Religiosa, secundada en todo por

el dicho P. La Colombiére, y después

de muchas y exquisitas averiguaciones

practicadas por la Santa Sede, después

de tenaz é incansable guerra que

le hizo el Jansenismo, logróse ver sancionado 

por la Autoridad apostólica el

culto del Sagrado Corazón, instituida

su fiesta universal, aprobado su rezo,

y hoy por día venerada en los altares

la memoria de su insigne apóstol y

propagandista, la fervorosa contemplativa

de Paray-le-Monial. Y hoy, gracias

sean dadas al Señor, en medio de

los horrores de la moderna persecución,

que persecución es y gravísima

la que en todos los confines del globo

sufre el Catolicismo, el Sagrado Corazón

de Jesús es la divisa de todos los

buenos, el grito de guerra en todos sus

combates, su celestial esperanza de

triunfo para el porvenir.


¡Amemos, pues, y honremos al Sagrado

Corazón! No hay libro en que

mejor puedan estudiarse y aprenderse todas 

las virtudes, no hay maestro

que con más divina autoridad nos las

pueda enseñar. La paciencia y abnegación

basta el sacrificio; la celestial

mansedumbre, a la par de la incontrastable

firmeza; el celo devorador e impetuoso

y a la vez la caridad incansable, benigna y afectuosísima.


¡Amemos y honremos al Sagrado Corazón!

Harto se nos da cada día el espectáculo

de corazones envilecidos en

lo más inmundo de cenagosas aspiraciones,

corazones á quienes la posesión

de un puñado de oro endurece

como este metal, o a quienes el insaciable

afán de sensualidad tiene podridos

y hediondos. Hartos estamos

de ver cada día enlodadas en el barro

las alas del corazón que Dios crió para

que se cerniese como las aves en la

más pura región del firmamento, y no

como los reptiles, pegado el rostro a la

tierra vil y á sus groseras emociones.


¡Arriba, arriba con el Corazón de

Jesús! Arriba con El siguiendo su

generoso vuelo! ¡Arriba con El, emulando

la alteza de sus pensamientos,

lo sublime de sus miras, la perfección

de su ideal, que es hacernos grandes

como su Padre que está en los cielos!

¡Arriba, a otra región, a otros aires, a

más noble esfera, con el Corazón de

Jesús! El lo ha dicho y en sus devotos

se cumple sin excepción: Elevado de

la tierra, todo lo atraeré en pos de Mi.


¡Atráiganos, elévenos en pos de sí este

imán divino, y contrapese en nosotros

la ley de la gravedad terrena que nos

inclina constantemente a lo bestial!

¡Vivamos con El para el cielo, que allí

está nuestro verdadero y espiritual

centro de gravedad!


¡ Amemos y honremos al Sagrado

Corazón! ¡Es el Corazón de nuestro Padre, 

de nuestro Hermano, de nuestro

Amigo, de nuestro Rey, de nuestro

Dios! ¡Gózase en arrimarse y recostarse

y juntarse a par del nuestro

en la Sagrada Comunió! ¡ Gózase en

hacerse confidente de nuestros más

ocultos pesares y de nuestras más punzantes

angustias! ¡Se da sin reserva a

quien le quiere; sólo anhela para entregarse

que se le vaya á buscar! ¡Corazones

sedientos de consuelo y amor,

que tan a tontas y a locas lo mendigáis

de miserables criaturas, id á pedírselo

a la puerta de este Divino Corazón!


¡Amemos y honremos al Sagrado

Corazón! El templo es su casa, el Sagrario

su gabinete de íntimas confidencias.

Nadie le ha buscado allí en

vano. Nadie dejó de encontrar paz,

amor y consuelo allí. Lo saben todos

los Santos; lo saben gran número de pecadores. 

Sí, pecadores también» con

sus pecados y todo, son recibidos allí

y escuchados y abrazados. A. los justos

concede allí el Corazón Divino la

perseverancia en su amor; á los arrepentidos

la gracia del perdón y el ósculo

de una reconciliación tiernísima.

¡Sí, amemos y honremos al Sagrado

Corazón!



martes, 20 de septiembre de 2022

SEPTIEMBRE 19 NO ES UNA FECHA AL AZAR

 


NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE – 19/09/2022

En 1846 la Señora se apareció a dos pequeños pastores, Maximino y Melania. La bella dama, como la llamaban los niños, anunció que la Iglesia sería eclipsada mostrando una actitud de profunda tristeza, pidiendo oraciones y penitencia para evitar que el brazo de su Hijo cayera sobre la humanidad pecadora.

Ambos tuvieron que sufrir indecibles persecuciones por parte del clero, proporcionales a las serias denuncias que transmitieron contra los responsables de la situación en la Iglesia y he aquí algunos de los castigos que sucedieron.

El obispo Genouilhac murió loco jugando con muñecas de niñas. Su sucesor, Monseñor Fava, aparentó atender los mensajes, pero los torció y falseó según su fantasía, entorpeciendo que llegaran al mundo. Lo encontraron muerto en el suelo de su dormitorio con el cuerpo enormemente convulsionado. En su funeral el féretro cayó del catafalco estrepitosamente de forma misteriosa causando terror en los asistentes. Cuando el arzobispo de París, Monseñor Darbois, se burlaba de Melania ella le predijo que dentro de poco sería fusilado. Efectivamente, tres semanas más tarde caía bajo una granizada de balas durante la guerra franco prusiana.

Por tanto, Melania tuvo una posición contrarrevolucionaria. Nuestro papel como católicos es similar, difícil, porque siempre es difícil prever y anunciar castigos a una humanidad que sólo piensa en disfrutar de la vida. No es de extrañar que muy pocas personas estén dispuestas a creer y seguir nuestras perspectivas políticas y religiosas sobre los acontecimientos, lo que demuestra una victoria cada vez mayor de la Revolución. No quieren escuchar nada sobre el gran castigo que Dios tiene preparado. Igual que la propia Virgen trajo un importante mensaje y no fue aceptado, no sorprende que nuestras advertencias tampoco sean bien recibidas.

Esto es característico de todas las épocas que toman un camino equivocado. Cuando la gente oye a alguien hablar de que se han extraviado, no escuchan. Por esta razón vienen los grandes castigos. Si la gente escuchara, se convertirían y se evitaría el castigo. Precisamente porque sus almas no son receptivas al mensaje, la catástrofe se vuelve inevitable. El hecho de que no crean en los mensajes de la Santisima Virgen Maria es la prueba de que esos castigos vendrán. Ya comenzaron a venir. La guerra franco prusiana de 1870 fue el prenuncio de la guerra de 1914, porque era la rivalidad franco alemana que iba a llegar a su apogeo y la Segunda Guerra Mundial tuvo la plenitud que todos conocen. Ahora ya estamos presenciando con la invasión rusa de Ucrania lo que todo indica que es la Tercera Guerra Mundial.

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