LA NUEVA FSSPX MODERADA Y LIBERAL SE ACERCA MAS A LA REVOLUCION QUE A LA CONTRAREVOLUCION
MODERADOS – 28/06/2022
Un aspecto del mal engendra la Revolución, pero hay otro que en presencia del fenómeno de la Revolución induce a una actitud más sutil. Por el mismo principio de atracción del mal por el mal, similis simili gaudet, se desprende que el mal más sutil queda atraído, hipnotizado y dominado por el más intenso.
Así se explica que las corrientes moderadas de la Revolución nunca luchan seria y duraderamente contra las corrientes extremas. Los girondinos en el siglo XVIII, los partidarios de la Monarquía parlamentaria inglesa en el XIX, los partidarios de Kerensky en el siglo XX, situados frente a la Revolución, acabaron cediendo, una y otra vez, aun cuando lucharan con las armas en la mano contra la misma y vencieran temporalmente. La burguesía francesa venció a la Comuna de París, y según las apariencias, opuso un dique a la Revolución. Mas, enseñoreándose del poder, esa misma burguesía favoreció el desarrollo del proceso revolucionario. Más aún. Puestos entre la Revolución y la Contrarrevolución, los revolucionarios moderados fluctúan, por lo general, tratando de plantear conciliaciones absurdas. Pero, en último término, favorecen sistemáticamente a la primera contra la segunda.
Sin embargo, ¿Cómo se explica esto, cuando tantas veces los intereses económicos más patentes y cuantiosos, las distinciones más enorgullecedoras, la formación tradicional más profunda, los motivos de parentesco y amistad más inmediatos y tiernos, deberían inducir a los moderados a aliarse con la Contrarrevolución? ¿Cuántos fueron, en las filas de los moderados, los hombres de talento que dispusieron de todos los recursos intelectuales para ver que sus perpetuas capitulaciones les iban arrastrando al abismo, y con ellos a toda su descendencia y, no obstante, fueron cediendo, sistemáticamente, como si ese mismo abismo les fascinase fatalmente?
Responder a esta pregunta es explicar la causa más esencial de las victorias sistemáticas de los extremistas, en los procesos revolucionarios, pues éstos fueron siempre, o casi siempre, poco numerosos, poco brillantes o faltos de dinero. Sus victorias, en la mayoría de los casos, fueron debidas a la timidez, ceguera, debilidad y resignación de los moderados, generalmente ricos, influyentes, numerosos e, invariablemente, a disposición de aquellos, al preferir todo menos apoyar seriamente las huestes de la Contrarrevolución, generalmente también poco numerosas, pobres, etc. Sin duda alguna, la inercia y el miedo son características de las clases adineradas, y explican, en parte, este fenómeno. Para nosotros no tiene explicación. Pues, por un lado, no todas las clases ricas son vacilantes y medrosas. Por ejemplo, no adoleció de este defecto la nobleza europea, en la época de las Cruzadas y de la Reconquista española. Son, pues, las élites decadentes las que padecen este mal.