sábado, 14 de agosto de 2021

REFLEXION PARA LOS DOCTORES Y ENFERMERAS DE NUESTRO TIEMPO (UN TRAPENSE)

 


Cualquier doctor que aplique el estetoscopio al pecho humano y no perciba el latido de la Divinidad, por fuerza tiene débil algo más que los oídos; su cerebro tampoco funciona como es debido. Cualquier enfermera que tome un pulso y no sienta en él la palpitación de la Infinita Trinidad, debe quitarse el uniforme,  volver a la escuela primaria y aprender a contar. Con esto quiero decir: cuán cerca de Dios está el hombre y qué sagradamente sublime es la profesión médica.

   La preocupación por el cuerpo del hombre ha conducido muchas veces al olvido del alma. Nadie está en constante contacto y más estrecho con la Divinidad que quienes trabajan sobre la humanidad doliente y llena de sufrimiento. ¿Cómo es posible que un doctor pueda ser tan torpe para ser ateo?

   Lo único que inspiran quienes se consideran ateos es lástima, pues sus inteligencias no son normales. Por aquellos que viven como si no hubiera Dios, solo podemos hacer una cosa: rezar, pues sus vidas tampoco son normales.

   Jesucristo quiere que veas a Cristo en cada paciente.

   Un trapense, Raymond del libro: Ayudad al éxito de Dios