domingo, 2 de diciembre de 2018

MONASTERIO SAN JOSÉ: BOLETIN INVIERNO 2018



Monasterio San José
BOLETIN DE INVIERNO 2018
PAX
Estimados amigos y benefactores:

            Primeramente queremos confirmarles de que, por la gracia de Dios, efectivamente todas las misas del mes de Noviembre fueron ofrecidas por sus fieles difuntos. !Dadles Señor el eterno descanso!

         La Navidad se acerca nuevamente y suplicamos a la Santísima Virgen María y a nuestro Padre San  José que los prepare con un santo Adviento para recibir las sublimes bendiciones celestiales y el amor divino del Niño Jesús que vendrá  a vuestros corazones. ¡Les deseamos a todos una santa Navidad!

         Queremos también compartir con ustedes otro gran gozo. Vamos a adquirir una nueva propiedad en Colombia la cuál es un lugar ideal para una casa religiosa. El terreno se encuentra localizado en un lugar llamado “Puente al Cielo”.  Muchas vocaciones están surgiendo en ese lado del mundo y les vamos a ofrecer formación monástica en su propio país. Será un lugar para monjes y, a 3 kilómetros de distancia, también habrá un lugar para futuras monjas benedictinas. Decidimos iniciar este proyecto para poder comenzar a responder a las necesidades vocacionales que se van presentando.

         Hoy en día las buenas vocaciones se presentan con serias dificultades: las distancias, las visas, las barreras culturales y lingüísticas, etc. Estos contratiempos nos orillan a trabajar en esa dirección. La colaboración, la compañía, y la oración de nuestros ya 90 oblatos con los que cuenta el monasterio alrededor del mundo será el elemento providencial que hará que este proyecto se haga realidad. Dios quiera que podamos comenzar a hacer lo mismo en otros países. La fundación en México continúa en proceso, pero desgraciadamente se ha visto obstaculizada por los graves acontecimientos políticos, sociales, económicos y religiosos por las que atraviesa el país.
         Las misiones que nos ha encargado la Divina Providencia en el estado de emergencia por la crisis actual por la que atravesamos, exigen de nosotros la creación de centros espirituales benedictinos en sus propios países en donde también puedan tomar retiros espirituales y llegar a ser oblatos o religiosos benedictinos.

         Mientras se prolonga la apostasía actual de la jerarquía eclesiástica por más de 50 años, la tentación para muchos católicos ha sido la de querer declarar la “ausencia” de Papa, posición temeraria, peligrosa y claramente errónea de la cuál hablaremos en futuros boletines.

            Por ahora otro tema de gran urgencia merece nuestra atención: Cuando hay conflicto entre mantenerse firmes en la fe, o recibir los Sacramentos, los católicos debemos optar por mantener nuestra Santa Fe. La Fe es prioritaria con respecto a la recepción de los sacramentos cuando hay conflicto entre las dos.

         Cuando tomamos la decisión de NO ir a una misa verdadera ya que su asistencia traería como consecuencia ser cómplices en comprometer la fe. Cuando este es el caso, Dios bendice tal fidelidad y con toda certeza continúa su trabajo de santificación en sus hijos fieles usando de otras maneras de santificación. Dios nunca nos abandonará si le somos fieles.

         Siempre que Dios a querido dejar a alguien sin sacramentos por algún tiempo, al mismo tiempo siempre ha recompensado ese sacrificio que se hace por fidelidad a su voluntad y protege a esos sus hijos fieles de manera muy especial aumentando y fortaleciendo su fe.

         Primero debemos recordar que el don de la Fe está por encima de los auxilios espirituales que los sacramentos nos otorgan. “Sin la fe es imposible agradar a Dios”, sin ella es imposible salvarnos. Si Dios decide limitarnos los sacramentos, tendríamos que recordar que a pesar de su falta podemos poderosamente santificarnos e incluso llegar a la mas elevada santidad. La oración constante, la devoción a la Santísima Virgen María, la contrición perfecta y habitual en el alma, etc. Son todos ellos sin duda alguna poderosísimos medios de santificación.

            Dios nos está pidiendo a los católicos en estos tiempos de crisis fidelidad a la verdad, a la fe, a su Santa Voluntad. Esta fidelidad nos obliga a evitar las misas y sacramentos de grupos y sacerdotes liberales que hacen compromisos con el enemigo. Liberales que se convierten en enemigos de Cristo y de su verdad cuando enseñan o toleran pecados o herejías. Esta actitud de fidelidad a la verdad y de rechazo al error la fomentan San Pablo y los doctores de la Iglesia:

         “Os mandamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os retiréis de todo hermano que viva desordenadamente y no según las enseñanzas que recibió de nosotros.” (2 Tesalon. 3,6)

         Cuando el motor de nuestras acciones no es la Gloria, el respeto, el honor, y el servicio a la voluntad de Dios de acuerdo a sus enseñanzas, estamos poniendo prioridades en nuestra vida por encima de Dios.  Nos salimos del orden establecido por Dios. Esto hacemos cada vez que sacrificamos el honor y las enseñanzas de Dios para poder obtener algún beneficio espiritual (recibir sacramentos) o beneficio humano (mantener amistades, membresías a grupos, sueltos económicos, etc).

         Os exhorto, hermanos, que observéis a los que están causando las disensiones y los escándalos, contrarios a la enseñanza que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos; porque los tales no sirven a nuestro Señor Cristo” (Romanos, 16:17-18).
         “Quien ama a su padre o a su madre más que Mí, no es digno de Mi; y quien ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. Quién no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí.” (San Mateo 10,38)

         “Todos los sacramentos de Cristo, si no vienen acompañados con la Caridad que pertenece a la unidad de Cristo (es decir, a la unidad de la Iglesia Católica), no se poseen para la salvación sino para juicio” (San Agustín, ad Petilian, el donatista, libro 3, cap. 40,46).

         “!Huyamos!, no sea que la casa de baños se derrumbe, ya que Cerencio, el enemigo de la verdad, está adentro” (San Irineo).

         Es claro de nadie puede negociar, ni cambiar, ni minimizar la fe o la moral con la excusa de “necesitar” el beneficio espiritual de los sacramentos.

         Estamos comprometiendo la fe cuando nos asociamos o apoyamos a grupos o sacerdotes que ponen en peligro la fe. Fuera del peligro de muerte, pecamos si recibimos sacramentos de ellos.

         La puerta por la que los fieles católicos pueden tener acceso a los sacramentos es la fe. Así también para el sacerdote: la puerta de acceso al rebaño es la fe. La fe que no ha sido ni comprometida ni adulterada. Es decir, si un sacerdote no trae consigo la fe en su pureza e integridad, ese sacerdote no tendría derecho a alimentar con sacramentos las ovejas del rebaño. Por ese mismo motivo la Iglesia castiga con esta imposibilidad a los sacerdotes que comulgan en cosas sagradas con personas herejes o de otra religión. (Caen en esta alerta roja sin duda: los modernistas, los conciliaristas, los grupos Ecclesia Dei, la FSSPX, la falsa Resistencia, OLMC, y otras instituciones que se quieren seguir llamando “católicas” e inclusive “tradicionales”).

         “En verdad, en verdad os digo, quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. Mas el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas”. (San Juan, 10,1)

         Acciones hablan mas que mil palabras. Si la máxima prioridad de un grupo o persona fuera el mantener la fe y la moral pura e íntegra, esté grupo o persona no se mantendría en un silencio público cobarde acerca de los errores graves contra ésta misma fe y moral. Es decir, hablarían valientemente para defender la Verdad inclusive aunque eso les costara dejar padres y amigos, posiciones y beneficios.

         Para terminar recordemos las palabras de Mons. Marcel Lefebvre con respecto a este tema: Algunas personas andan siempre admirando el pasto en el campo ajeno. En lugar de preocuparse por sus amigos, de los defensores de la Iglesia que están luchando en el campo de batalla por Cristo, ellos prefieren mirar a sus enemigos que están en el otro lado. ´Después de todo, dicen, debemos ser caritativos, hay que ser amables, no hay que crear división, miren, celebran la Misa Tridentina, ellos no son tan malos como todos creen´. Pero nos están traicionando, ¡traicionando! Están estrechando manos con los destructores de la Iglesia. Por eso es que ellos están haciendo el trabajo del demonio.

         “Cuando nuestra fe es atacada ella aumenta. Por ello, en los peligros, nuestra fe está segura. Pero, en la seguridad, nuestra fe está en peligro”. (Catena Aurea. Citado por St Thomas. Evangelio San Mateo. Comentario de San Hilario Ch 20,5).

         Si luchamos constantemente por Cristo contra el error, no importando el costo, esta fidelidad nos hará mantener la fe y fortalecerla. Esa fidelidad hará que agrademos a Nuestro Señor Jesucristo y que nuestra unión con Él vaya creciendo hasta la vida eterna. Pero si desgraciadamente decidimos tomar el camino del compromiso con el error, o aquél cobarde silencio delante del error, estaremos desagradando a Dios. Este solo hecho, nos haríamos indignos de Dios (ver San Mateo 10, 38).

         Queridos amigos, defendamos la fe. No pongamos en peligro nuestra fe y con ella nuestra salvación. No podemos traicionar la fe con tal de conseguir el beneficio de los sacramentos. Imitemos a San Hermenegildo, que decidió morir antes que recibir la hostia consagrada de manos de un hereje. Nuestra perseverancia final depende mucho de esta nuestra fidelidad a lo más sagrado que Dios nos ha legado.

En la pobreza del Niño Jesús, deseándoles a todos una feliz Navidad.

Padre Rafael OSB y los monjes del monasterio San José