“Nada de lo que se hace por amor es pequeño porque la misma
fuerza del amor lo hace grande”
“Mira
este Corazón de Padre que se consume de amor por todos sus hijos.
¡Ah! ¡Cuánto deseo que me conozcan!”.
-“Unos me han conocido verdaderamente, y movidos a impulsos del
amor, sienten vivos deseos de entregarse por completo al servicio de
mi Padre, sin ningún interés personal.
“Preguntando qué podrían hacer para trabajar por su Señor con
más fruto, mi Padre les ha respondido: “Deja tu casa, tus bienes,
déjate a ti mismo y ven; haz cuanto yo te pida.
“Otros sintieron conmoverse su corazón ante lo que el Hijo de
Dios ha hecho por salvarlos y, llenos de buena voluntad, se presentan
a Él buscando cómo podrán publicar la bondad de su Señor y, sin
abandonar sus propios intereses, trabajar por los de Jesucristo.
“A estos mi Padre les ha dicho: Guardad la Ley que os ha dado
vuestro Dios y Señor. Guardad mis mandamientos y, sin desviaros a
derecha ni a izquierda, vivid en la paz de mis fieles servidores.
“Otros no han comprendido el amor con que su Dios los ama; no les
falta buena voluntad: viven bajo la ley, pero sin amor.
“No son servidores voluntarios, pues que no se presentaron nunca a
recibir las órdenes de su Señor; pero como no tienen mala voluntad,
les basta a veces una invitación para prestarse gustosos a los
servicios que se les piden.
“Otros, en fin, movidos más por interés que por amor, ejecutan
lo estrictamente necesario para merecer, al fin de la vida, la
recompensa de sus trabajos.
“Pero… ¿se han prestado todos los hombres para ofrecerse al
servicio de su Dios y Señor?... ¿Han conocido todos el amor inmenso
que tiene hacia ellos? ¿Saben agradecer cuanto Jesucristo les ha
dado? ¡Ah! Muchos lo ignoran; muchos, conociéndolo, lo desprecian.
“A todos Jesucristo va a decirles una palabra de amor:
“Con frecuencia sucede que hijos que han vivido lejos de sus
padres, no los aman; mas, cuando conocen la dulzura que encierra el
amor paterno y sus desvelos, llegan a amarlos con más ternura aún
que aquellos que nunca han salido de su hogar.
“A las almas que no sólo no me aman sino que me aborrecen y me
persiguen, preguntaré: ¿por qué me odiáis así? … ¿Qué os he
hecho Yo, para que me persigáis de ese modo? …
“¡Cuántas almas hay que nunca se han hecho esta pregunta! Y hoy,
que se la hago Yo, tendrán que responder: -No sé.
“Yo responderé por ellas:
“No me conociste cuando niño, porque nadie te enseñó a
conocerme; y a medida que ibas creciendo en edad, crecían en ti
también las inclinaciones de la naturaleza viciada, el amor a los
placeres, el deseo de goces, de libertad, de riquezas.
“Un día oíste decir que para vivir bajo mi Ley es preciso
soportar al prójimo, amarle, respetar sus derechos, sus bienes; que
es necesario someter las propias pasiones… y como vivías entregado
a tus caprichos, a tus malos hábitos, ignorando de qué ley se
trataba, protestaste diciendo: -¡No quiero más ley que mi gusto!
¡Quiero gozar! ¡Quiero ser libre!
“Así es como empezaste a odiarme, a perseguirme.
“Pero Yo, que soy tu Padre, te amo con amor infinito y mientras te
rebelabas ciegamente y persistías en el afán de destruirme, mi
Corazón se llenaba más y más de ternura hacia ti.
“Así trascurrieron un año, dos, tres, tantos como sabes que has
vivido de ese modo.
“Hoy no puedo contener por más tiempo el impulso de mi amor y, al
ver que vives en continua guerra contra quien tanto te ama, vengo a
decirte Yo mismo quién soy.
“Hijo querido: Yo soy Jesús, y este nombre quiere decir Salvador.
Por eso mis manos están traspasadas por los clavos que me sujetaron
a la cruz, en la cual he muerto por tu amor. Mis pies llevan las
mismas señales y mi Corazón está abierto por la lanza, que
introdujeron en él después de mi muerte.
“Así vengo a ti, para enseñarte quién soy y cuál es mi ley. No
te asustes: ¡Es de amor! … Y cuando ya me conozcas, encontrarás
descanso y alegría. ¡Es tan triste vivir huérfano! Venid, pobres
hijos… Venid con vuestro Padre.
Palabras
de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Josefa Menéndez
16
de Junio de 1923