Los doctores con sus consejos y los santos con sus ejemplos nos convidan
a dirigirnos al Patriarca San José en todas las necesidades, en todas las
aflicciones y en todas las desgracias, seguros de que seremos socorridos,
consolados y favorecidos.
Como dice San Bernardo, si Cristo Señor nuestro viviendo en la tierra
prestó al Señor San José obediencia, sumisión y respeto como un hijo a su padre,
ahora en el cielo no le niega estas cosas, sino que las cumple y perfecciona.
San José está sentado en el cielo gozando de las inefables delicias que
sus virtudes le alcanzaron, pero sí está seguro por sí, está como inquieto por
nosotros, porque él no se desprendió de las entrañas de piedad dejando la carne
mortal, ni se vistió de la estola de la inmortalidad para olvidarse de nuestra
miseria y de su misericordia.
El señor San José nos ama más ahora que antes y nos profesa una afición
tan particular que la santa Iglesia, aprovechándose de ella, lo ha declarado
protector de la Iglesia universal. Y el santo glorioso ¿qué es lo que hace?
Continúa dispensando a sus protegidos toda especie de gracias y favores. Prueba
de ello son los milagros y las gracias que oímos, vemos y leemos todos los días
que se obran por su piadosa intercesión, de modo que nos sentimos movidos
interiormente a exclamar ¿quién hay que habiendo acudido a San José en sus
necesidades no hay sentido los saludables efectos de su poder? ¡Oh! Nadie.
Por esto nos creemos autorizados para afirmar, que si el que está triste
le pide consuelo, lo obtiene; si el atribulado le pide alivio, le alcanza, si
el que está en peligro acude a él, le libra; si el enfermo le suplica la salud,
se la otorga, si el justo le ruega le conceda la perseverancia en el bien y si
el pecador le suplica, alcanza de él también la verdadera penitencia.
En suma, San José favorece a todos sin distinción de edad, estado, ni
condición, porque él es el protector de los niños, el abogado de los casados,
el modelo los sacerdotes, el amparo de
las vírgenes y el consuelo de los enfermos.
Las Glorias de San José
R.P. José María Vilaseca