martes, 8 de septiembre de 2015

EL "REGALITO" DE FRANCISCO PARA LA FSSPX



Las concesiones otorgadas a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con motivo del “Año Jubilar de la Misericordia” y el agradecimiento de la FSSPX por el “favor” recibido, son un gran escándalo para todos los católicos que quieren permanecer fieles a nuestra sacrosanta religión católica. Es un escándalo para cualquier católico que ame la verdad y que por lo tanto odie el error.

Primeramente el año jubilar es convocado para celebrar y dar “gracias” por el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano Segundo, que como muchos ya saben esta plagado de errores  y fue la legalización del espíritu liberal de la revolución francesa en la Iglesia. El CV II adoptó los principios masónicos de libertad, igualdad y fraternidad mediante la institucionalización de la libertad religiosa, el ecumenismo y la colegialidad. ¿Cómo se puede dar gracias con un año Jubilar por este motivo? ¿Francisco a quién quiere dar gracias? Es claro que, ¡a la Santísima Trinidad no! ¿Quiere dar gracias entonces al “dios” cosmos que inventó en su nueva encíclica Laudato Si? Pues bien el Concilio Vaticano II y sus frutos van en contra de la voluntad de Dios. Entonces Francisco “usa” de un año Jubilar para agradecer tal catástrofe en la Iglesia. Parece que se burla de los que todavía tienen la Fe Católica.

Francisco quiere que como fruto del año jubilar tengamos un encuentro con el judaísmo y el islam ( “este año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas, nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor..”). ¿Cuál es la relación de la única Verdadera Religión Católica con las religiones falsas antes escritas? Ninguna. Pero Francisco ya no profesa la religión católica profesa la religión del Vaticano II la cual es otra muy distinta a la que hemos recibido del Magisterio auténtico de la Iglesia.

La Fraternidad San Pío X debió haberse deslindado del año jubilar y rechazar el “regalito” del reconocimiento de Jurisdicción Ordinaria para escuchar confesiones. Dos enemigos en guerra jamás se envían ni se aceptan regalos. Es evidente que la FSSPX no esta en guerra contra los errores de la iglesia conciliar ni de aquellos prelados que los perpetúan.

Por el contrario antes bien, mons. Fellay en su Carta a los Amigos y Benefactores No. 84 dijo: “¿Habrá que privarse por ello de las gracias de un Año Santo? Todo lo contrario. ¡Cuando las compuertas de la gracia se abren, hay que recibirla en abundancia! Un año Santo es una gran gracia para todos los miembros de la Iglesia. Vivamos, pues, de la verdadera misericordia, como nos lo enseñan todas las páginas del Evangelio y de la liturgia tradicional.”  

El objetivo de este año “Santo” de Francisco es el “encuentro” ecuménico con las demás religiones falsas, es el deber de un obispo católico  denunciar el error y reafirmar la Fé, esto no se ha hecho y es una omisión grave.

Peor aún la FSSPX agradece el favor de Francisco en conceder “validez y legitimidad” a los Sacramentos de la Penitencia administrados por sus sacerdotes. Sabemos bien que esa concesión no es necesaria aceptarla porque los sacerdotes de la FSSPX administran ese Sacramento válido y lícito mediante la jurisdicción extraordinaria por el estado de necesidad que los mismos conciliares generaron. Entonces bien, si no rechazan esa “concesión” significa que aceptan que ya no hay estado de necesidad y entonces ya no hay motivo por el cual resistir. La aceptación de este regalo es un mensaje oculto dirigido al católico tradicional, que está en lucha contra del modernismo, de deponer las armas y entregarse a la iglesia de Francisco. En estos tiempos apocalípticos podemos citar aquellas palabras de Nuestro Señor “..esta es la hora del poder de las tinieblas..”

Rezemos para que la Santísima Virgen María aplaste la cabeza del dragón junto con sus  herejías y errores, que despierte el verdadero celo por la verdad, celo por la salvación de las almas y nos proteja en estos tiempos en los que muchos prelados y sacerdotes de su Hijo amado han claudicado.

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