viernes, 15 de agosto de 2014

Dios Padre revela quien es su Hijo



   A propósito de la Fiesta de la Transfiguración de Nuestro Señor  leemos en el Evangelio según San Mateo en el Capítulo XVII:
   Seis días después,  Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte. Y se transfiguró delante de ellos: resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he ahí que se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él. Entonces, Pedro habló y dijo a Jesús: “Señor, bueno es que nos quedemos aquí. Si quieres, levantaré aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés, y otra para Elías”. No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo a Él”. Y los discípulos, al oírla, se prosternaron, rostro en tierra, poseídos de temor grande. Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo: “Levantaos; no tengáis miedo”. Y ellos, alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
   Y  el comentario  de la Biblia comentada de Mons. Straubinger dice:

   “Si a cualquier pueblo, culto o salvaje, se dijera que la voz de un dios había sido escuchada en el espacio, o que se había descubierto un trozo de pergamino con palabras enviadas desde otro planeta… imaginemos la conmoción y el grado de curiosidad que esto produciría, tanto en cada uno como en la colectividad. Pero Dios Padre habló para decirnos que un hombre era su Hijo, y luego nos habló por medio de ese Hijo y enviado suyo (Hebr. 1, 1ss.) diciendo que sus palabras eran nuestra vida. ¿Dónde están, pues, esas palabras? Y ¡cómo las devorarán todos! Están en un librito que se vende a pocos céntimos y que casi nadie lee.
   ¿Qué distancia hay de esto al tiempo anunciado por Cristo para su segunda venida, en que no habrá fe en la tierra?”

(P. d’Aubigny)