domingo, 28 de febrero de 2016

DIOS PIDE EL SACRIFICIO VOLUNTARIO POR AMOR A EL (El interior de Jesús y María)



Jesucristo sacrificó la vida por sí mismo
El Interior de Jesús y de María
R.P. Grou

   Hubiera faltado al sacrificio de Jesucristo la parte más esencial, si no hubiese sido enteramente libre y voluntario. Él era dueño absoluto de su vida, nada debía a la muerte, que no entró en el mundo sino por el pecado; y como su unión con la Divinidad hacía su humanidad impecable, la hacía también inmortal. Siendo exento de la muerte, lo era también del dolor, y su cuerpo no podía ser presa de él sino en cuanto fuese de su beneplácito. Por lo que toca a humillaciones y oprobios no los merecía por ningún título, antes bien era digno de todo honor y de toda gloria, pues la persona del Verbo elevaba su alma y hasta su carne a un rango incomparablemente superior al de los espíritus bienaventurados.

   Fue pues ofrecido, porque Él mismo lo quiso, como dice el Profeta. Ni tampoco era necesario que se sujetase a la muerte ni a género alguno de tormento y de ignominia para reparar la gloria de su Padre, y para rescatar el género humano; para esto bastaba una oración, una lágrima, un suspiro, una expresión de su deseo. Lo que hizo de más, lo hizo de su plena voluntad por amor a Su Padre y por amor a nosotros; y esto es lo que ha hecho su oblación infinitamente preciosa a los ojos de Dios, y la que debe hacérnosla infinitamente amada. Mi Padre me ama, dice Él mismo, porque de mi propia voluntad doy mi vida para recobrarla. Nadie puede quitármela; mas yo la doy de mi buen grado. Yo tengo el poder de dejarla, y el de volverla a tomar. De mi Padre he recibido esta comisión. (San Juan X, 17,18).  No es una orden la que me ha dado, sino un simple deseo que me ha manifestado. Me ha dado a conocer que este sería su beneplácito, y yo he consentido de todo mi corazón. Por este motivo me ama con tanta ternura, porque mi obediencia es un puro efecto de mi amor para con Él.

   Almas interiores ¡qué lección os da aquí Jesucristo! Hay muchos puntos de moral evangélica que son solamente de consejo y de perfección; hasta la vida interior con las prácticas que le son propias es de este género. Puede uno salvarse y llegar a un cierto grado de santidad, sin abrazarla. Mas desde el momento en que Dios nos la presenta atractiva, desde que nos llama a ella, ¿no es suficiente su invitación para un alma que prefiere a todo el beneplácito divino, y que se propone imitar a Jesucristo en lo que tiene de más excelente su sacrificio? ¿Amarás jamás a Dios como debes amarlo? ¿Merecerá ser de Él especialmente amada, si le arredra la vista de las penas, de las sujeciones, de las dificultades, si dice entre sí: Esto no es sino un deseo de Dios, no es una orden expresa, yo no corro peligro en mi salud aunque rehúse seguir la gracia que me llama? 

Dejemos este lenguaje, y esta conducta para las almas flojas e interesadas, que no quieren renunciarse para agradar a Dios, y que le sirven más bien como un amo cuyos castigos temen, y de quien esperan un salario, que como un padre a quien se obedece por afecto y con solo la mira de complacerle. Felicitémonos al contrario, de haber tomado este último partido, tan digno de Dios, tan conforme al ejemplo de Jesús, tan ventajoso de todos modos para nosotros, y tributémosle continuas acciones de gracias de habérnoslo inspirado y ayudado a abrazarlo.

   En los mismos sentimientos deben estar las personas a quienes Dios ha llamado al estado religioso. Lo que forma el principal mérito de la obligación que imponen los votos religiosos, es el ser libre, y el que Dios, dándonos la vocación, nos deja la elección de responder o no a ella. No negaré que se sirve muchas veces de motivos tomados de nuestro propio interés, del temor de perderse en el mundo, del deseo de asegurar la salvación. Pero casi siempre el amor a Dios es el que decide y determina la voluntad, y por poco que se llenen después los deberes propios del estado por espíritu interior, el amor se convierte al fin en motivo dominante. Así que el sacrificio que se hace consagrándose a la religión, se acerca más o menos al sacrificio de Jesucristo según las disposiciones que a él nos llevan, y no es un verdadero sacrificio sino porque es voluntario.

   Pero el sacrificio que más se parece a la Pasión del Salvador es el de ciertas almas escogidas, sobre las cuales tiene Dios sus particulares designios, y a las que quiere hacer pasar por grandes pruebas. Después de haberles puesto en el corazón una voluntad firme y generosa de ser enteramente suyas, las prepara durante algún tiempo. Viene el instante en que declarándoles sus designios, les muestra la cruz de que quiere cargarlas, y pide su consentimiento, que por lo común les cuesta dar extremadamente.

Aceptan por fin la cruz, a pesar de todas las repugnancias de la naturaleza; y si son fieles, tienen la dicha de expirar en ella, a lo menos en sentido moral, por una muerte total a sí mismas, que va seguida de una mística resurrección, por la cual entran en una nueva vida. Este sacrificio no va casi nunca sin cruces exteriores, tales como sufrimientos corporales, malos tratamientos, calumnias, desprecios y humillaciones de toda especie. Algunas veces no son los hombres sino los demonios los ejecutores, que hacen sufrir al cuerpo y al alma exquisitos tormentos. Como todo esto ha sido propuesto y aceptado de antemano, a lo menos en globo, estas almas tienen algún derecho de decir como Jesucristo: Que el Padre las ama, porque se han sacrificado voluntariamente, dejándose inmolar al gusto de Dios como víctimas, sin abrir la boca para quejarse, y permaneciendo quietas sobre el altar hasta la completa consumación del sacrificio.





                                      

viernes, 26 de febrero de 2016

MARTILLAR SOBRE HIERRO CANDENTE ES UN BUEN MARTILLAR



El Liberalismo es Pecado
Félix Sardá Salvany

   Cristo Dios, con sin igual entereza, anatematizó la corrupción judaica, y frente a frente de las más delicadas preocupaciones nacionales y religiosas de su  época, alzó la bandera de su predicación y lo pagó con la vida. Los Apóstoles, al salir del Cenáculo el día de Pentecostés, no se pararon en pelillos para echar en rostro a los príncipes y magistrados de Jerusalén el asesinato jurídico del Salvador. Y les costó azotes por de pronto, y luego la muerte, el haber tocado esa por aquellos días tan candente cuestión.

   A Atanasio le valió persecuciones, destierros, fugas, amenazas de muerte, excomuniones de falsos concilios, la cuestión candentísima del Arrianismo que en sus días tuvo en conflagración a todo el orbe. Y Agustín, el gran adalid de todas las cuestiones candentes de su siglo, ¿acaso les tuvo miedo por su incandescencia a los grandes problemas planteados por el Pelagianismo? Así de siglo en siglo y de época en época, a cada cuestión candente, que saca enrojecida de las fraguas infernales el enemigo de Dios y del género humano, destinó la Providencia un hombre o muchos hombres, que como martillos de gran potencia sacudieren de firme sobre tales errores candentes. Que martillar sobre hierro candente, ese es buen martillar: no martillar sobre el hierro frío, que es martillar de pura broma. Martillo de los simoníacos y concubinarios de Alemania fue Gregorio VII; martillo de Averroes y falsos aristotélicos fue Tomás de Aquino; martillo de Abelardo fue Bernardo de Claraval; martillo de Albigenses fue Domingo de Guzmán: y así hasta nuestros días.

   … tuvo sus cuestiones candentes cada siglo pasado, cuestiones candentes y candentísimas debe de tener sin duda el siglo actual. Y una de ellas, la cuestión de las cuestiones, es la cuestión del Liberalismo. Llámese Racionalismo, Socialismo, Revolución, o Liberalismo, será siempre, por su condición y esencia misma, la negación franca o hartera, pero radical, de la fe cristiana, y en consecuencia importa evitarlo con diligencia, como importa salvar las almas.


   ¿Y por qué sobre todas las demás herejías que le precedieron había de tener cierto especial privilegio de respeto y casi de inviolabilidad el Liberalismo? ¿Acaso porque en la unidad de su absoluta y radical negación  de la soberanía divina las resume y comprende a todas? ¿Acaso porque más que otra alguna ha extendido por todo el cuerpo social su infección y gangrena? ¿Acaso porque en justo castigo de nuestros pecados, ha logrado lo que algunas otras herejías no lograron, ser error oficial, legalizado, entronizado en los consejos de los príncipes y prepotente en la gobernación de los pueblos? No; que estas razones son precisamente las que han de mover y forzar a todo buen católico a predicar y sostener contra él, cueste lo que cueste, abierta y generosa cruzada. A ese, a ese, que es el enemigo, a ese que es el lobo, hemos de estar gritando a todas horas, siguiendo  la consigna del universal Pastor, los que más o menos hemos recibido del cielo la misión de cooperar a la salud espiritual del pueblo cristiano. 


miércoles, 24 de febrero de 2016

LA IGLESIA CONCILIAR NO ES CATÓLICA: R. P. PIVERT






NdB: Monseñor Lefebvre dijo en su declaración del 21 de Noviembre de 1974:
"Las reformas han contribuído y siguen contribuyendo, a la aniquilación del Sacrificio y de los Sacramentos." ¿Que significa la aniquilación del Sacrificio y de los Sacramentos? Sin duda está relacionado a la validez de la misa nueva, la cual es lícito dudar (Breve examen crítico del Novus Ordo Missae), y la validez de los Sacramentos reformados (cambios en el rito de Confirmación, Ordenación Sacerdotal y Consagración Episcopal). 

Monseñor Lefebvre dijo: "Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada jerarquía, puede obligarnos a abandonar o disminuir nuestra Fe católica, claramente expresada y profesada por el Magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos." En la verdadera FSSPX nunca se ha negado la autoridad del sumo pontífice, no se le obedece porque sostiene y promueve la herejía modernista. El católico tiene el deber de resistir las enseñanzas de falsas doctrinas aún enseñadas por el soberano Pontífice. "Pero aunque nosotros mismos (dice San Pablo) o un ángel del Cielo os anunciase otro Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gálatas 1, 8)."

Continúa  Mons Lefebvre: "La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico de la aceptación de la Reforma." El rechazo catégorico, significa no aceptar NADA de la reforma. No significa aceptar algo "bueno" en lo malo y por eso «bueno» ponerse en riesgo de beber el veneno completo.

A continuación el artículo del padre Pivert, publicado  en Non Possumus en el 2014. Mediante citas de mons. Lefebvre se puede constatar que no hay confusión, la iglesia oficial es la iglesia conciliar, esa iglesia no es la Iglesia Católica.  La verdadera línea de la resistencia a la Neo FSSPX consiste en seguir las enseñanzas de mons. Lefebvre y no innovaciones ni ambiguedades.

Viva Cristo Rey
Santa María de Guadalupe ruega por nosotros


IGLESIA CATOLICA E IGLESIA CONCILIAR
R.P PIVERT

Todo el problema de la crisis de la Tradición yace en el desconocimiento del modernismo y en el temor de cisma, el temor de afirmar la existencia de una iglesia conciliar o de una secta conciliar en la Iglesia.En cuanto al conocimiento del modernismo, no podemos tratarlo aquí, es suficiente proporcionarles esta cita de San Pío X en su EncíclicaPascendisobre el modernismo:“Y ahora, abarcando con una sola mirada la totalidad del sistema, ninguno se maravillará si lo definimos afirmando que es un conjunto de todas las herejías. Pues, en verdad, si alguien se hubiera propuesto reunir en uno el jugo y como la esencia de cuantos errores existieron contra la fe, nunca podría obtenerlo más perfectamente de lo que han hecho los modernistas”. Por lo demás, estamos obligados a dirigir a nuestros lectores a los numerosos estudios sobre el tema.
En cuanto a la iglesia conciliar, creemos necesario recordar la clara enseñanza de Monseñor Lefebvre. Comenzaremos dando la célebre declaración del 21 de noviembre de 1974, después de la cual daremos los textos que la completan y la precisan.
Declaración del 21 de noviembre de 1974.
Nos adherimos de todo corazón, con toda el alma a la Roma católica, guardiana de la Fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa Fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
En cambio, nos negamos (como nos hemos negado siempre) a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II, y después del Concilio, en todas la reformas que de él surgieron.
En efecto, todas esas reformas han contribuido y siguen contribuyendo a la destrucción de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio, a la aniquilación del Sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, los seminarios, la catequesis, enseñanza surgida del liberalismo y del protestantismo condenados repetidas veces por el Magisterio de la Iglesia.
Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada jerarquía, puede obligarnos a abandonar o disminuir nuestra Fe católica, claramente expresada y profesada por el Magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos.
"Pero aunque nosotros mismos (dice San Pablo) o un ángel del Cielo os anunciase otro Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gálatas 1, 8).
¿No es eso lo que hoy en día nos repite el Santo Padre? Y si manifestase cierta contradicción en sus palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces optamos por lo que siempre se ha enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de la Iglesia.
No se puede modificar profundamente la "lex orandi" sin modificar la "lex credendi". A Misa nueva corresponde catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas, iglesia carismática, pentecostalista, cosas todas contrarias a la ortodoxia y al Magisterio de siempre.
Esta reforma, por haber surgido del liberalismo, del modernismo, está completamente emponzoñada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, aún cuando todos sus actos no sean formalmente heréticos. Resulta, pues, imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta reforma y someterse a ella, de cualquier manera que sea.
La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico de la aceptación de la Reforma.
Por eso, sin rebeliones, sin amarguras, sin resentimientos, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal a la luz del Magisterio de siempre, persuadidos de que podemos rendir mejor servicio a la Santa Iglesia Católica, al Sumo Pontífice y a las generaciones futuras.
Por eso nos atenemos firmemente a todo lo que fue creído y practicado, en la Fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de siempre y a todo lo que codificado en los libros publicados antes de la influencia modernista del Concilio, a la espera de que la luz verdadera de la Tradición disipe las tinieblas que obscurecen el cielo de la Roma Eterna.
Al obrar así, con la gracia de Dios, el auxilio de la Virgen María, de San José, de San Pío X, estamos convencidos de que permanecemos fieles a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, a todos los sucesores de Pedro, y de ser los "fideles dispensatores mysteriorum Domini Nostri Jesu Christi in Spiritu Sancto". AMEN.
Fin del texto integral de la Declaración del 21 de Noviembre de 1974.
La iglesia conciliar no es católica.
Son ellos que hacen otra iglesia. Ellos siguen siendo lo que son, ellos siguen siendo modernistas, siguen apegados al concilio. Como el concilio es Pentecostés… El cardenal nos lo ha recordado no sé cuántas veces: ¡No hay más que una Iglesia!... No es necesario hacer una Iglesia paralela! Entonces esta iglesia, evidentemente, es la iglesia del concilio. Entonces si se les habla de la Tradición: ¡Pero si el concilio es la tradición ahora. Usted debe sumarse a la tradición de la Iglesia de hoy, no a la que pasó. Ella pasó, ella pasó! ¡Súmese a la iglesia de hoy!
Entonces son ellos que hacen una iglesia paralela, no nosotros.
(Conferencia en Ecône, 9 de junio de 1988).
Por lo tanto la situación es extremadamente grave, pues parece que la realización del ideal masónico se ha cumplido por la misma Roma, por el Papa y los cardenales. Los masones siempre han deseado esto y ellos lo consiguen ya no por ellos sino por los mismos hombres de Iglesia. (Ecône, retiro sacerdotal, septiembre de 1986)
La iglesia conciliar es cismática.
Todos aquellos que cooperan a la aplicación de esta alteración, los que aceptan y se adhieren a esta nueva iglesia conciliar como la designó Su Excelencia Monseñor Benelli en la carta que me dirigió en nombre del Santo Padre, el 25 de junio pasado, entran en cisma. (Declaración al Figaro del 4 de agosto de 1976 e Itinéraires)
Roma está en la apostasía
Es necesario resistir, absolutamente aguantar, resistir hacia y contra todo. Y entonces, ahora, llego a lo que sin duda les interesa más; pero yo digo: Roma ha perdido la fe, queridos amigos. Roma está en la apostasía.  ¡No estoy hablando palabras vacías! ¡Esa es la verdad! ¡Roma está en la apostasía! Ya no podemos tener confianza en esa gente. ¡Ellos abandonaron la Iglesia! ¡Ellos abandonaron la Iglesia! Es cierto, cierto. No podemos entendernos. Es eso, les aseguro, es la sítesis. No podemos seguir a esa gente. Verdaderamente  nos enfrentamos a gente que ya no tiene el espíritu católico, que ya no tienen el espíritu católico. Es la abominación, verdaderamente la abominación.
Podemos decir que estas personas que ocupan Roma actualmente son anticristos. No debemos preocuparnos de las reacciones de esas gentes, nosotros no estamos ante gente honesta. (Conferencia a los sacerdotes, Ecône, 4 de septiembre de 1987).
Esta selección de textos nos ilumina con una claridad resplandeciente acerca de la Revolución doctrinal inaugurada oficialmente en la Iglesia durante el Concilio y continuada hasta nuestros días de tal forma que no podemos dejar de pensar en el “Trono de la Iniquidad” pronosticado por León XIII o a la pérdida de la Fe por Roma profetizado por Nuestra Señora de la Salette.
La adhesión y difusión por parte de las autoridades Romanas de los errores masónicos, condenados tantas veces por sus predecesores, es un gran misterio de iniquidad que arruina, desde sus fundamentos la Fe Católica.
Esta dura y penosa realidad nos obliga, en conciencia, a organizar nosotros mismos la defensa y protección de nuestra Fe Católica. El hecho de ocupar la sede de la autoridad, no es ya, por desgracia, una garantía de la ortodoxia de la fe de aquellos que las ocupan. El mismo Papa difunde, desde entonces, sin descanso, los principios de una falsa religión, que da como resultado una apostasía general.
El restaurador de la Cristiandad es el sacerdote que ofrece el verdadero sacrificio, que administra los verdaderos sacramentos, que enseña el verdadero catecismo en su misión de pastor vigilante por la salvación de las almas.
Es alrededor de estos verdaderos sacerdotes fieles donde los cristianos deben agruparse y organizar toda la vida cristiana.
Todo espíritu de animadversión hacia los sacerdotes que merecen total confianza disminuye la solidez y firmeza de la resistencia contra los destructores de la Fe.
San Juan finaliza su Apocalipsis con este llamamiento: “Veni Domine Jesu”. Ven Señor Jesús, mostraos por fin, sobre las nubes del Cielo, manifestad vuestra Omnipotencia, ¡que vuestro Reino sea universal y eterno! (Presentación del primer número de laDocumentación sobre la Revolución en la Iglesia 4 de marzo de 1991, último texto de Monseñor Lefebvre).
La verdadera Iglesia son los fieles de la Tradición
Entonces, nosotros que tenemos la dicha de comprender estas cosas, que tenemos la dicha de creer en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, en su realeza, debemos proclamarlo en nuestras familias, en todas partes donde estemos. Debemos reunirnos en todas partes donde haya grupos de cristianos que todavía creen en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, en su realeza, y que tienen el amor en su corazón, el amor que la Santísima Virgen tiene por su Hijo Jesús. Pues bien, aquellos que tienen este amor, son ellos que son la Iglesia. Son ellos. No son los que destruyen el reino de Nuestro Señor. ¡Esto hay que decirlo abiertamente!
Somos nosotros quienes somos la Iglesia católica. Son ellos los que se separan de la Iglesia católica. No somos nosotros los que hacemos cisma. Nosotros queremos el reinado de Nuestro Señor. Nosotros queremos que se le proclame. ¡Estamos dispuestos a seguirlos! Que nuestros pastores digan en todas partes: Nosotros no queremos más que a un Dios, Nuestro Señor Jesucristo. Solo tenemos un Rey: Nuestro Señor Jesucristo. ¡Entonces les seguiremos! (Homilía en Ecône, 28 de agosto de 1976).
No somos nosotros, sino los modernistas quienes salen de la Iglesia.  En cuanto a decir “salir de la Iglesia VISIBLE”, es equivocarse asimilando Iglesia oficial a la Iglesia visible.
Nosotros pertenecemos bien a la Iglesia visible, a la sociedad de fieles bajo la autoridad del Papa, ya que no rechazamos la autoridad del Papa, sino lo que él hace. Reconocemos bien al Papa, a su autoridad, pero cuando se sirve de ella para hacer lo contrario de aquello para lo cual se le ha dado, está claro que no se puede seguirlo.
¿Salir, por lo tanto, de la Iglesia oficial? En cierta medida, ¡sí!, evidentemente. (…)
Si nos alejamos de esta gente, es absolutamente de la misma manera que con las personas que tienen el SIDA. No se tiene deseo de atraparlo. Ahora bien, tienen el SIDA espiritual, enfermedades contagiosas. Si se quiere guardar la salud, es necesario no ir con ellos. (Retiro Sacerdotal Ecône, 9 de septiembre de 1988)
Yo creo que nosotros estamos en la Iglesia, y que nosotros somos los que estamos en la Iglesia y que nosotros somos los verdaderos hijos de la Iglesia, y que los otros no lo son. Ellos no lo son parque el liberalismo no es hijo de la Iglesia, el liberalismo está contra la iglesia, el liberalismo es la destrucción de la Iglesia, en este sentido ellos no pueden decirse hijos de la Iglesia. Nosotros podemos decirnos hijos de la Iglesia porque continuamos la doctrina de la Iglesia, nosotros mantenemos toda la verdad de la Iglesia, integralmente, tal como la Iglesia la enseñó siempre (Conferencia en Ecône, 21 de diciembre de 1984).
¿De qué Iglesia hablamos?
Lo que es importante es permanecer en la Iglesia… en la Iglesia, es decir, en la fe católica de siempre y en el verdadero sacerdocio, y en la verdadera misa, y en los verdaderos sacramentos, en el catecismo de siempre con la Biblia de siempre. Esto es lo que nos interesa. Es esto lo que es la Iglesia. Ser reconocidos públicamente es secundario. (Conferencia en Ecône, 21 de diciembre de 1984).
Entonces no temamos estar de alguna forma al margen de la iglesia oficial. Nosotros somos miembros de la Iglesia católica y romana. Incluso si aquellos que ocupan las sedes episcopales actualmente nos crean como fuera de la Iglesia. ¡Absolutamente no! Nosotros somos las piedras vivas de la Iglesia católica. Son ellos que se alejan de la Iglesia católica y que ya no predican la verdadera doctrina de la Iglesia. (Sermón de Pascua, 19 de abril de 1987).
Dónde está la Iglesia visible
Pienso que ustedes, que están ahora en el Ministerio y que quisieron conservar la Tradición, tienen la voluntad de ser sacerdotes como siempre, como lo fueron los santos sacerdotes de antes, todos los santos párrocos y los santos sacerdotes que nosotros mismos pudimos conocer en las parroquias. Ustedes continúan y representan de verdad la Iglesia, la Iglesia Católica. Creo que es necesario convencerse de esto: ustedes representan de verdad la Iglesia Católica.
No que no haya Iglesia fuera de nosotros; no se trata de eso. Pero este último tiempo, se nos ha dicho que era necesario que la Tradición entrase en la Iglesia visible. Pienso que se comete allí un error muy, muy grave.
¿Dónde es la Iglesia visible? La Iglesia visible se reconoce por las señales que siempre ha dado para su visibilidad: es una, santa, católica y apostólica.
Les pregunto: ¿dónde están las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia oficial (no se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o en nosotros, en lo que representamos, lo que somos?
Queda claro que somos nosotros quienes conservamos la unidad de la fe, que desapareció de la Iglesia oficial.
Un obispo cree en esto, el otro no; la fe es distinta, sus catecismos abominables contienen herejías. ¿Dónde está la unidad de la fe en Roma?  ¿Dónde está la unidad de la fe en el mundo? Está en nosotros, quienes la conservamos.
La unidad de la fe realizada en el mundo entero es la catolicidad. Ahora bien, esta unidad de la fe en todo el mundo no existe ya, no hay pues más de catolicidad prácticamente.
Habrá pronto tantas Iglesias Católicas como obispos y diócesis. Cada uno tiene su manera de ver, de pensar, de predicar, de hacer su catecismo. No hay más catolicidad.
¿La apostolicidad? Rompieron con el pasado. Si hicieron algo bien, es eso. No quieren saber más del pasado antes del Concilio Vaticano II. Vean el Motu Proprio del Papa que nos condena, dice bien: “la Tradición viva, esto es Vaticano II”. No es necesario referirse a antes del Vaticano II, eso no significa nada. La Iglesia lleva la Tradición con ella de siglo en siglo. Lo que pasó, pasó, desapareció. Toda la Tradición se encuentra en la Iglesia de hoy. ¿Cuál es esta Tradición? ¿A que está vinculada? ¿Cómo está vinculada con el pasado?
Es lo que les permite decir lo contrario de lo que se dijo antes, pretendiendo, al mismo tiempo, guardar por sí solos la Tradición. Es lo que nos pide el Papa: someternos a la Tradición viva. Tendríamos un mal concepto de la Tradición, porque para ellos es viva y, en consecuencia, evolutiva. Pero, es el error modernista: el santo Papa Pío X, en la encíclica “Pascendi”, condena estos términos de “tradición viva”, de “Iglesia viva”, de “fe viva”, etc., en el sentido que los modernistas lo entienden, es decir, de la evolución que depende de las circunstancias históricas. La verdad de la Revelación, la explicación de la Revelación, dependerían de las circunstancias históricas.
La apostolicidad: nosotros estamos unidos a los Apóstoles por la autoridad. Mi sacerdocio me viene de los Apóstoles; vuestro sacerdocio les viene de los Apóstoles. Somos los hijos de los que nos dieron el episcopado. Mi episcopado desciende del santo Papa Pío V y por él nos remontamos a los Apóstoles. En cuanto a la apostolicidad de la fe, creemos la misma fe que los Apóstoles. No cambiamos nada y no queremos cambiar nada.
Y luego, la santidad. No vamos a hacernos cumplidos o alabanzas. Si no queremos considerarnos a nosotros mismos, consideremos a los otros y consideremos los frutos de nuestro apostolado, los frutos de las vocaciones, de nuestras religiosas, de los religiosos y también en las familias cristianas. De buenas y santas familias cristianas que germinan gracias a vuestro apostolado. Es un hecho, nadie lo niega. Incluso nuestros visitantes progresistas de Roma constataron bien la buena calidad de nuestro trabajo. Cuando Mgr Perl decía a las hermanas de Saint Pré y a las hermanas de Fanjeaux que es sobre bases como esas que será necesario reconstruir la Iglesia, no es, a pesar de todo, un pequeño cumplido.
Todo eso pone de manifiesto que somos nosotros quienes tenemos las notas de la Iglesia visible. Si hay aún una visibilidad de la Iglesia hoy, es gracias a ustedes. Estas señales no se encuentran ya en los otros. No hay ya en ellos la unidad de la fe; ahora bien es la fe la que es la base de toda visibilidad de la Iglesia.
La catolicidad, es la fe una en el espacio. La apostolicidad, es la fe una en el tiempo. La santidad, es el fruto de la fe, que se concreta en las almas por la gracia del Buen Dios, por la gracia de los Sacramentos. Es totalmente falso considerarnos como si no formáramos parte de la Iglesia visible. Es increíble.
Es la Iglesia oficial la que nos rechaza; pero no somos nosotros quienes rechazamos la Iglesia, bien lejos de eso. Al contrario, siempre estamos unidos a la Iglesia Romana e incluso al Papa por supuesto, al sucesor de Pedro.
Pienso que es necesario que tengamos esta convicción para no caer en los errores que están extendiéndose ahora. (Retiro Sacerdotal en Ecône, 9 de septiembre de 1988).
Estas son cosas que son fáciles de decir. Meterse al interior de la Iglesia ¿qué quiere decir? Y por principio, ¿de qué Iglesia hablamos? Si es de la Iglesia conciliar, haría falta que nosotros, que hemos luchado contra ella durante veinte años porque queremos a la Iglesia católica, entremos es esta iglesia conciliar supuestamente para volverla católica. Es una ilusión total. No son los inferiores que hacen los superiores, sino los superiores que hacen a los inferiores”.
Fideliter. ¿No teme que a la larga y cuando Dios le haya llamado a Sí, poco a poco la separación se acentúe y que se tenga la impre­sión de una Iglesia paralela a lo que algunos llaman la “Iglesia vi­sible”?
Monseñor. Esta historia de la Iglesia visible de Dom Gérard y M. Madiran es infantil. Es increíble que se pueda hablar de Iglesia visible para designar a la Iglesia conciliar por oposición a la Iglesia católica que intentamos representar y continuar. Yo no digo que somos la Iglesia católica. No lo he dicho nunca. Nadie puede reprocharme de haber querido nunca considerarme un papa. Pero representamos verdaderamente a la Iglesia católica tal como era en todo tiempo puesto que continuamos lo que ella siempre ha hecho. Somos nosotros quienes poseen las notas de la Iglesia visible: la unidad, catolicidad, apostolicidad, santidad. Es esto lo que constituye la Iglesia visible. (Monseñor Lefebvre, Fideliter n°70, julio-agosto de 1989).
Nosotros no tenemos la misma religión
Entrevista con el cardenal Seper, tal y como la contó a los seminaristas:
-¡Escuchen! Nosotros no tenemos ya la misma religión, vean, no tenemos la misma religión, eso no es posible. Porque si hay algo que hemos buscado toda la vida, es el reino social de Nuestro Señor Jesucristo. Ciertamente que la perfección es imposible, incluso nosotros no somos perfectos. Entonces, si la perfección es imposible, nosotros no hay que buscarla, entonces es el fin de todo, es el fin de la Iglesia. ¿De qué sirve la Iglesia? No, es imposible, yo no puedo someterme a estas cosas, es absolutamente imposible.
-Entonces él dijo: Pero usted sabe, es grave, usted no puede permanecer en una situación así, usted comprende, la Santa Sede está muy inquieta.
-¡Oh, eso me da igual! Yo no cambiaré, no cambiaré de posición, yo no puedo cambiar, mi fe me lo prohíbe. Entonces me fui. (Conferencia en Ecône el 20 de agosto de 1976).
Entonces nosotros no somos de esa religión. No aceptamos esta nueva religión.
Nosotros somos de la religión de siempre, somos de la religión católica, no somos de esta religión universal como la llaman hoy en día. Ya no es la religión católica. Nosotros no somos de esa religión liberal, modernista, que tiene su culto, sus sacerdotes, su fe, sus catecismos, su biblia, su biblia ecuménica. Nosotros no la aceptamos. No aceptamos la biblia ecuménica. No hay una biblia ecuménica. Existe la Biblia de Dios, la Biblia del Espíritu Santo, que fue escrita bajo la in­fluencia del Espíritu Santo. Es la palabra de Dios. No tenemos derecho a mezclarla con la palabra de los hombres. No hay bi­blia ecuménica que pueda existir. Hay sólo una palabra, la palabra del Santo Espíritu. No aceptamos los catecismos que ya no afirman nuestro Credo. Y así con lo demás. No podemos aceptar esas cosas. Es contrario a nuestra fe.  Lo lamentamos infinitamente. (Sermón en Ecône, 29 de junio de 1976)
Nosotros debemos separarnos
La voluntad del Vaticano II de querer integrar en la Iglesia a los no-católicos sin exigirles conversión, es una voluntad adúltera y escandalosa. El Secretariado para la Unidad de los cristianos, por medio de concesiones mutuas –diálogo- conduce a la destrucción de la fe católica, a la destrucción del sacerdocio católico, a la eliminación del poder de Pedro y de los obispos; se elimina el espíritu misionero de los apóstoles, de los mártires, de los santos. Mientras este Secretariado conserve el falso ecumenismo como orientación, y mientras las autoridades romanas y eclesiásticas lo continúen aprobando, se puede decir que siguen en ruptura abierta y oficial con todo el pasado de la Iglesia y con su Magisterio oficial. Por eso todo sacerdote que quiere permanecer católico tiene el estricto deber de separarse de esta iglesia conciliar, mientras ella no recupere la tradición del Magisterio de la Iglesia y de la fe católica.
La Fratenidad San Pio X y el papa.
“Que se nos comprenda bien, nosotros no estamos contra el papa en tanto él representa todos los valores de la sede apostólica que son inmutables de la sede de Pedro, sino contra el papa que es un modernista que no cree en su infabilidad, que hace el ecumenismo. Evidentemente nosotros estamos contra la iglesia conciliar que es prácticamente cismática,incluso si ellos no lo aceptan. En la práctica, es una iglesia virtualmente excomulgada, porque es una iglesia modernista (Monseñor Lefebvre, Fideliter n° 70, pág. 8).

domingo, 21 de febrero de 2016

EL MAS PERFECTO HOMENAJE A DIOS (Continuación)


   Debemos estar perfectamente convencidos de la siguiente verdad: El pecado que Dios no quiere, pero que prevé y permite, entra en el plan de la Providencia, y sirve para el cumplimiento de sus designios, para su gloria, para el adelantamiento de su Iglesia, y para nuestra propia perfección: que el pecado redunda en gloria de Dios, del cual se vale para la manifestación de sus atributos, de lo cual es la más relevante prueba la Pasión de Jesucristo.

    Si la santidad de Dios fue ultrajada por el pecado de los judíos, ella brilló con todo su esplendor, porque un Hombre Dios sufrió para hacerle una reparación solemne de todos los ultrajes que aquella ha recibido por nuestros pecados.

   Si parecía ofendida su justicia por los indignos tratamientos hechos al más inocente, al más santo de los hombres, de otra parte ella ejerce todos sus derechos, ella se vindica y se satisface plenamente sobre este Cordero sin mancha sustituido en lugar nuestro, y que se constituyó fiador por los deudores insolventes.

    Si su misericordia aparece como eclipsada sobre el Calvario, en donde Dios parece que abandona y desconoce su propio Hijo, desplegase con todas sus riquezas en el perdón que por motivo de Él concede generosa y gratuitamente al género humano, que de él era indigno.

   Si nos parece aún que la sabiduría divina ha faltado a su designio, viendo a Jesucristo expirar en la Cruz, y sucumbir bajo el poder del infierno y de la muerte, aguardemos un momento, y esta sabiduría se mostrará con toda su luz, cuando veamos a Jesucristo triunfar por su resurrección gloriosa, del diablo y de la muerte, e insultar al uno y a la otra diciéndoles: Oh muerte, yo seré tu muerte; Oh infierno, yo seré tu destrucción, y yo te arrancaré tu presa. ¿De qué pecado no sacará Dios su gloria, habiéndola sacado del de los judíos? No puede faltarle este fin ora sea en este mundo, ora en el otro.

   Seamos pues celosos por la gloria de Dios, procurémosla de cuantas maneras nos sea posible; mas no nos inquietemos por ella, como si pudiesen dañarla los esfuerzos de los hombres. Todo pecador que no quiere glorificar en esta vida su misericordia, glorificará en la otra su justicia.

   A vista de los escándalos que suceden en la Iglesia, y que hacen como vacilar nuestra fe, acordémonos tan solo que  aquella es la esposa de Jesucristo, que la adquirió con Su Sangre, y que la esposa debe participar de la suerte de su esposo. Es necesario que ella glorifique como Él a Dios por sus sufrimientos, después de los cuales Dios la asociará a la gloria de Jesucristo. Y aún en este mundo, todos los males que ha sufrido han redundado por fin en provecho suyo. Seguid su historia, y veréis que las persecuciones sirvieron para establecerla, que las herejías han afirmado su fe; que estas han caído y ella ha quedado en pie; que lo que ha perdido por un lado lo ha ganado por otro, y que en las regiones y en los tiempos en que es menor el número de sus hijos, son estos más fervientes y más edificantes. Lo que pasa hoy día en Francia (el autor hablaba sin duda en la época de la revolución), parece anunciarnos la ruina de la Iglesia en este reino y en todo el resto de Europa. Recordemos las promesas que se le hicieron, y sin darnos pena por el modo con  que Dios las cumplirá, creamos firmemente que será fiel a ellas, como lo ha sido en otras épocas las más borrascosas. Los elegidos serán puestos a prueba, pero ninguno de ellos perecerá. Terminante es sobre este punto la palabra de Jesucristo.

   Desde que alguien se entrega a Dios de un modo especial, está expuesto a sufrir mucho de su prójimo, contradicciones, calumnias, injusticia de toda especie, no solo de parte de los perversos, sino de la parte de las gentes de bien, o de las que pasan por tales. ¿Y por qué admirarnos de esto, cuando Jesucristo fue la víctima de los falsos devotos sentados en la cátedra de Moisés? Todo lo que entonces nos sucede, está previsto por Dios, el cual lo permite por parte de los autores del mal, pero lo quiere con respecto a nosotros que lo sufrimos. Así lo ha dispuesto todo para su gloria y para nuestra santificación; y se cumplirán sus designios, si nosotros tomamos a Jesucristo por modelo de nuestros sentimientos y de nuestra conducta. El objeto que Él se ha propuesto no puede faltar como no sea por culpa nuestra; y los pecados de los demás, lejos de perjudicar a nuestra perfección, contribuirán a ella si queremos: su pérdida será nuestra salud, ¿qué puede haber de más consolador?


   En fin nuestros propios pecados, cuyo recuerdo tan a menudo nos desalienta y nos espanta, pueden en las manos de Dios convertirse en un medio de santidad, con solo este objeto los ha permitido, quiere de ellos hacer la materia de sus grandes misericordias; quiere que sirvan para humillarnos, para desconfiar de nosotros mismos, para redoblar nuestra confianza en Él, aumentar nuestro amor, hacernos capaces de los mayores esfuerzos de virtud, ya para expiarlos, ya para repararlos. Sin hablar de los ejemplos de tantos grandes santos que fueron pecadores, ¡cuántos judíos que habían tenido parte en la muerte de Jesucristo, se convirtieron después, y formaron la Iglesia de Jerusalén, la más perfecta de todas! ¿Creeremos que su amoroso arrepentimiento no hubiese contribuido infinitamente a su santificación? ¿Por qué no habrá de ser así con nosotros, si después de nuestros extravíos hemos vuelto o volvemos sinceramente a Dios? De un gran pecador a un  santo hay por lo común menos distancia, que de una vida tibia a una vida ferviente. Todo depende de la rectitud y de la generosidad del corazón, y de la correspondencia a la gracia. Es un gran mal el ofender a Dios, pero de nosotros depende que este mal nos sirva de un grandísimo bien. 

Nuestra Señora me dijo que vendrá por mi: Jacinta Marto



“¡Ya no me quejaré, Nuestra Señora dijo que vendrá por mí!”

   Jacinta Marto  uno de los tres niños a quienes la Santísima Virgen María se les apareció en Fátima (Portugal), había estado enferma desde diciembre de 1918, fue operada el 10 de febrero de 1920, y sufrió mucho después de la operación. Padecía agudos dolores cada vez que le cambiaban las vendas. Su gemido era: ¡Ouch, Ouch! …Oh Nuestra Señora! Le dijo a Jesús,  “¡Podrás convertir muchos pecadores, porque sufro mucho!

   Algunos días después la Santísima Virgen se le apareció en el hospital, a los pies de su cama para confortarla, le dijo que pronto regresaría y la llevaría al Cielo.  Desde ese momento, Jacinta ya no mostró más señales de sufrimiento. Le confió a la Madre Godinho: “¡Ya no me quejaré más! Nuestra Señora me dijo que vendrá por mí y que quitará todos mis sufrimientos.

   El doctor confirmó que el dolor de su pequeña paciente había desaparecido y que pasaba el tiempo agradablemente mirando estampas religiosas, incluyendo una de Nuestra Señora de Sameiro, el famoso santuario de la Inmaculada Concepción cerca de Braga. La niña decía que era quien más le recordaba a la Virgen que se le había aparecido.


   El 20 de febrero de 1920, alrededor de las 10:30 pm, la pequeña Jacinta murió tranquilamente  en olor de santidad. 


Cuerpo incorrupto: Jacintita Marto

sábado, 20 de febrero de 2016

El más perfecto homenaje a Dios:TOMADO DEL LIBRO EL INTERIOR DE JESÚS Y DE MARÍA




Por el R.P. Grou
1859

   Desde el principio de su vida pública el Salvador se atrajo la envidia y el odio de los fariseos, de los sacerdotes, que no podían sufrir su doctrina, y aún menos su conducta en la cual hallaban su condenación. No tardaron en formar el designio de hacerle morir; y si más presto no lo ejecutaron, fue porque no había llegado la hora.

   Dios había previsto desde la eternidad aquella malicia y ceguedad de los judíos, y en consecuencia de esta previsión tenía ya ordenado todo cuanto debía sufrir su Hijo para su gloria y para la salud del género humano, que había hecho anunciar por medio de sus profetas. Menester fue que Dios os le entregase, y conociendo de antemano las intenciones perversas, había resuelto permitirlo así, porque sabía cuán grande bien debía sacar de tan grande crimen.

   Los judíos no tenían otra mira que la de satisfacer su envidia y su furor, sin penetrar en las miras profundas de Dios, que se servía de sus pasiones como de un instrumento para cumplir sus propios designios. No es pues de admirar que Jesucristo dijese a los judíos que le prendieron: Esta es vuestra hora, y la hora del poder de las tinieblas. Hasta ahora no habéis puesto la mano sobre mí, aunque tan fácil os era hacerlo, porque no había llegado aún el momento señalado por mi Padre. Ha llegado ya: obrad libremente contra mí, de concierto con los espíritus infernales; mi Padre os lo permite. Ni tampoco debe sorprenderos que respondiese a Pilatos, cuando este hacía valer el poder que tenía de crucificarlo o volverlo a enviar absuelto: No tuvierais sobre mí ningún poder, si no lo hubieseis recibido de lo alto. En el ejercicio de vuestra autoridad no veo sino la de mi Padre, y a ella me someto. Ni que dijese a los discípulos de Emaús: ¿No era necesario que el Cristo sufriese todo esto? ¿Y por qué era necesario? Porque su Padre le había preparado este cáliz, que Él estaba resuelto a apurar hasta las heces.


   Era de la mayor importancia el fijar bien este punto que es una de las principales claves de la Escritura, sin la cual no pudiera tenerse de ella una plena inteligencia, y la cual nos descubre y desenvuelve toda la serie de los designios de Dios sobre Jesucristo. Nada sucedió por acaso; todo fue previsto, todo concertado. Era preciso que  Él fuese el mártir de la verdad y de la caridad; que sellase con su Sangre la religión que venía a establecer; que el más insigne beneficio fuese pagado con la más negra ingratitud, y que con esto se levantase a un soberano grado de excelencia que sin esta circunstancia no hubiera tenido. Decretado estaba en los consejos de Dios que el Hombre Dios le daría la más grande gloria que pudiese darle, y para esto era necesario que su Pasión fuese lo que fue en la reunión de todas sus circunstancias, un desencadenamiento de la rabia de los demonios y de las pasiones humanas, un conjunto de sufrimientos y de humillaciones excesivas, una traición, una negación, un abandono de la parte de sus apóstoles, y sobre todo un abandono interior de parte de su Padre, que descargaba sobre Él como sobre el mayor de los criminales, todo el rigor de su justicia.  

Así un deicidio, crimen el más enorme que pudiese cometerse, dio lugar a los actos de la más sublime virtud, y al más perfecto homenaje que la majestad divina hubiese podido jamás recibir. (continuará)

CARTA ABIERTA A LOS FIELES DE LA FSSPX: Catholic Candle


N de B: Publicamos esta valiente carta firmada por varios católicos firmes e intransigentes que rechazan el liberalismo de la nueva FSSPX y de la iglesia conciliar. El Ariete Católico se une a los signatarios de esta carta. Los principios, que nos motivan a defendernos de este liberalismo, deben ir acompañados de acciones concretas, no teóricas, retóricas, mediáticas ni golpes al aire. 

Como buenos católicos en defensa de la Fe y de la Iglesia Católica tenemos el deber ineludible de apartarnos de aquellos que ya no luchan por el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo. Los amigos de los enemigos de Cristo están dispuestos a seguir esparciendo su veneno liberal con máscara de tradicionalismo. Este es el momento decisivo, con Cristo o contra Cristo. Las posturas firmes del católico con convicción son vistas por algunos católicos tibios como acciones exageradas, pero en cuestiones de la defensa de la Fe nunca se exagera. ¿Qué diferencia hay entonces entre la nueva FSSPX y la Fraternidad San Pedro? Nada, sólo la retórica: dicen que no han firmado nada aún, pero son tan amigos de los conciliares tanto los unos como los otros. 
¡Santa María de Guadalupe ruega por nosotros!


".. nos negamos a asistir a cualquier actividad de la FSSPX. Tratamos a la FSSPX como el grupo de indulto/liberal que se ha vuelto. Sólo vamos a Misa y recibimos los Sacramentos de sacerdotes que se levantan en contra de ese liberalismo que la FSSPX ha abrazado progresivamente. Escogemos la obediencia a la Fe Católica, antes que a cualquier colaboración en la destrucción de la Fe.."


Carta Abierta a los Fieles de la FSSPX

Para: Los fieles que van a las Misas de la FSSPX
De: Soldados de Cristo (firmando abajo) que han cortado los lazos con la “Neo-FSSPX”

Escribimos para explicar por qué ya no vamos a las Misas de la FSSPX y no los apoyamos de alguna manera, ya sea moral o económicamente. Escribimos para explicar nuestra decisión, que hicimos después de mucha reflexión, oración y habiendo recibido buen consejo, esto durante un largo periodo de tiempo.

Les explicamos nuestra decisión porque deseamos evitar causar escándalo (concerniente a las razones por las cuales nos fuimos) y también para exponer nuestras razones por las cuales ustedes deberían actuar de igual manera. Sin embargo, no estamos poniendo un juicio con respecto a la culpabilidad subjetiva de aquellos que no están de acuerdo con nosotros.

El Papa Francisco ahora le ha dado a la FSSPX jurisdicción ordinaria (i.e. facultades para escuchar confesiones). El Papa Francisco limitó estas facultades para menos de un año, remarcando que él “confía [aba]” que la FSSPX trabajaría un acuerdo permanente durante este tiempo. Esta caducidad (de facultades de confesión) mantiene los pies de la FSSPX en fuego, para asegurar que ésta no dé sus nuevos “derechos” por sentado y recuerde que necesitaprobarsea sí misma al Vaticano.

Sin embargo, esta jurisdicción ordinaria es la declaración de la iglesia conciliar que la FSSPX ya no es el enemigo. Como si “Planned Parenthood” (Paternidad Planificada) fuera a declarar que un grupo “pro-vida” en particular ya no se considera un enemigo; igualmente, la iglesia conciliar nos está diciendo que, paso por paso, la FSSPX ha cambiado sus colores y ya no es la enemiga de Roma modernista.

Nosotros, los que firmamos esta carta, declaramos que nos hemos separado de la FSSPX y que, con la ayuda de la gracia de Dios, dedicamos nuestras vidas a la batalla abierta contra los modernistas conciliares, hasta su conversión.

El signo más seguro de que la FSSPX había estado en el camino correcto en el pasado es que Roma modernista la atacaba y calumniaba frecuentemente. El signo más seguro de que los líderes de la FSSPX eran buenos y fuertes en el pasado es que Roma modernista (falsamente) los “excomulgó”. ¡Es una insignia de honor el ser odiados por los enemigos modernistas de Cristo Rey!
Algunas personas objetarán que la FSSPX no hizo algo para recibir este reconocimiento (jurisdicción-confesión) por parte de Roma y, por lo tanto, no debemos “culpar” a la FSSPX por ello. Pero los enemigos en guerra no se hacen favores. Este reconocimiento es un hito apto que muestra cuán lejos ha caído la FSSPX en los últimos años.

Esto es como (en el ejemplo anterior) el grupo “pro-vida” ha ido ablandando progresivamente su posición respecto al aborto pero sin hacer un acto en particular en el momento específico que ‘Planned Parenthood’ “reconoció” que ya no era el enemigo. Por eso, de igual manera, nuestra respuesta a esta objeción es que la FSSPX hizo una gran liberalización para alcanzar este reconocimiento de los enemigos de Cristo, aun cuando no hubo un solo acto de la FSSPX en el momento en que el Papa Francisco hizo el “favor”.
Debajo, está una lista corta del liberalismo en la FSSPX. Esta lista no incluye “rumores”, sino sólo las palabras y obras de los líderes de la FSSPX, publicadas en sus medios u otros en los que fue entrevistada.

La “Neo-FSSPX” se ha liberalizado en un sinnúmero de maneras. Ha dicho cosas falsas y favorables promoviendo: libertad religiosa, los documentos del Concilio Vaticano II, el Nuevo Código de Derecho Canónico, la profesión conciliar de fe, colegialidad, ecumenismo, “eclesiología” conciliar, la nueva misa, la misa “mixta” (rito bastardo), la misa de indulto, la santidad de los papas conciliares, falsas canonizaciones conciliares (e.g. “santa” Faustina, la falsa vidente), devociones conciliares falsas (e.g. la devoción conciliar de la “Divina Misericordia” de “santa” Faustina), mujeres utilizando pantalones, un estándar permisivo y liberal para “planificación familiar natural”, la enseñanza conciliar de que los Judíos no cometieron Deicidio, la enseñanza del Papa Juan Pablo II de que los Judíos son nuestros Hermanos Mayores, elhorrible crucifijo encorvado del Papa Juan Pablo II, lahermenéutica de la continuidad del Papa Benedicto XVI, la falta de estimulación a tener grandes familias, negación de la verdadera distinción (que Monseñor Lefebvre hizo) entre la Iglesia Católica y la iglesia conciliar, etc

Nos detenemos aquí, pero la lista del liberalismo y escándalos la “Neo-FSSPX” es mucho más larga. Esta lista deja de lado las falsedades probadas de la FSSPX que incluso se oponen a la honestidad natural y común. Esta lista deja de lado los (objetivos) pecados graves de los líderes de la FSSPX contra la justicia natural, en la manera en que la FSSPX ha tratado a sus sacerdotes quienes se esforzaron por permanecer fieles a Monseñor Lefebvre y a la Tradición Católica, así como los (objetivos) pecados mortales de negación de sacramentos a los laicos porque intentaron permanecer fieles.

Si algún lector está muy desinformado que ni siquiera puede pensar de ejemplos de la “Neo-FSSPX” haciendo y diciendo cada una de estas cosas, se puede informar utilizando las palabras y obras de los líderes de la FSSPX (con enlaces a los medios de la FSSPX y acompañados de un análisis cuidadoso), que se dan aquí:catholiccandle.neocities.org(Inglés),dominicansavrille.us(Inglés),cormariae.proboards.com(Inglés),therecusant.com(Inglés),ecclesiamilitans.com(Inglés),truetrad.com(Inglés),cristiadatradicinalista.blogspot.co.uk(Español),nonpossumusvcr.blogspot.com(Español),dominicainsavrille.fr(Francés),rexcz.blogspot.cz(Checo),stmarcelinitiative.com/eleison-comments(5 idiomas).

Esta corta lista (arriba) del liberalismo de la FSSPX ni siquiera aborda sus (objetivos) pecados graves de omisión. Sostenemos que hay muchas influencias liberales en el mundo que nos afectan, que la mayoría de Católicos Tradicionalistas se vuelven conciliares si sus sacerdotes simplemente se mantienen callados respecto a los principales errores de nuestro tiempo; como los sacerdotes de la FSSPX hacen ahora. Es evidente que el R.P. Daniel Cooper habló por muchos sacerdotes de la FSSPX cuando declaró: “Muy raramente hay una buena razón para … estar atacando el Concilio Vaticano II desde el púlpito.”1

¡Por amor a Cristo Rey y de la Fe Católica, rechazamos a los sacerdotes de la “Neo-FSSPX”!

La Fe Católica es lo más importante que tenemos. Por eso, como hemos notado que la FSSPX se vuelve más liberal, esto angustió enormemente nuestros Católicos corazones. Aun cuando el liberalismo de la FSSPX fuera menos frecuente y de un tipo débil, no deseábamos tomar siquiera un solo pequeño riesgo con nuestro más precioso regalo,viz., la Fe Católica. La angustia de nuestros Católicos corazones ha aumentado a medida que el liberalismo de la FSSPX se volvió más frecuente más virulento que nunca.

Por esta razón, nos negamos a asistir a cualquier actividad de la FSSPX. Tratamos a la FSSPX como el grupo de indulto/liberal que se ha vuelto. Sólo vamos a Misa y recibimos los Sacramentos de sacerdotes que se levantan en contra de ese liberalismo que la FSSPX ha abrazado progresivamente. Escogemos la obediencia a la Fe Católica, antes que a cualquier colaboración en la destrucción de la Fe.

Algunas personas pensarán que estamos tomando riesgos, porque hemos terminado todo contacto con la FSSPX que, en el pasado, nos proveyó de la Misa, los Sacramentos y la exposición diaria de la Fe. Respondemos que nos damos cuenta de los “riesgos” (por así decirlo) que tomamos. Nos “arriesgamos” a ser cortados del liberalismo en aumento que ataca nuestra Fe. Nos “arriesgamos” a ya no ser confundidos con los partidarios del liberalismo (porque ya no apoyamos a la FSSPX). Nos “arriesgamos” demostrando con nuestras acciones que la Fe es suprema y que no nos uniremos a aquellos que buscan unidad con, y la aprobación de, los enemigos de Nuestro Señor Jesucristo. Nos “arriesgamos” enseñando al mundo que tenemos suma lealtad al Papa Francisco y sumo respeto a Monseñor Fellay al demostrarles la caridad de estar firme y públicamente contra sus errores mortales.

La Fe Católica sin compromisos es más importante que tener acceso a los Sacramentos. En los Domingos que no tenemos Misa, guardamos el día santo con nuestras familias. Algunos de nosotros hicimos esto en los 70’s cuando, por el bien de la Fe, no teníamos Misa. Con los corazones llenos de confianza en la Providencia, hacemos gustosos este sacrificio por amor a Él Quien es nuestro Rey así como el Sacerdote y Víctima, Quien hizo Su Infinito Sacrificio, hasta la muerte en la Cruz.

Algunos de nosotros estamos lo suficientemente viejos para haber peleado por la Fe durante la devastación de los 60’s-70’s. Para aquellos de nuestros lectores que ahora tienen la estrategia de “pelear dentro” contra el liberalismo progresivo de la FSSPX, les advertimos que esta estrategia fue, entonces, el error más común entre nuestros amigos y conocidos Católicos. Casi todos aquellos—bien intencionados—Católicos se cegaron progresivamente por los pequeños e imperceptibles pasos y se volvieron miembros de la nueva religión conciliar. Sólo una pequeña minoría luego vio que su estrategia fue errónea y dejó la iglesia conciliar con su Fe Católica y Tradicional intacta.

Así que, a nuestros que no están de acuerdo con que llegó el momento de dejar de asistir a las Misas de la FSSPX, aun cuando la FSSPX se está volviendo más liberal, les preguntamos:¿Cuál es su punto de referencia? Si ustedes no lo tienen, ¿cómo evitarán perder la Fe a través del gradualismo, como le sucedió a muchas personas quedándose en sus capillas en los 60’s?

Entendemos que algunas personas nos malinterpretarán y a nuestra decisión. Hágase la Voluntad de Dios. Entendemos que algunas personas nos calumniarán de “sedevacantistas” (i.e., aquellos que sostienen que no tenemos P apa—una posición que rechazamos). Tales falsedades no nos harán encogernos en nuestra determinación de proteger nuestra Fe, incluso si por ello debemos sufrir algo por amor de Nuestro Señor Jesucristo.

Llamando solemnemente a Dios como nuestro testigo y con el Juicio Final en nuestra mente, firmamos esta carta como Soldados de Cristo, que han sido signados con la señal de la Cruz y confirmados con el Crisma de la Salvación:

Fr. François Chazal (Philippines) Fr. Juan Ortiz (USA) Fr. Rafael Arizaga, OSB Benedictine Monks of the Monasterio de San José (Santa Sofía, Boyacá, Colombia) Fr. Arturo Vargas Meza Pbro (Gaudalajara, Mexico) Fr. Richard Voigt (USA) Glenn J. Pfeiffer (USA) Suzanne M. Pfeiffer (USA) John Pfeiffer (USA) Anne Pfeiffer (USA) Bernadette Pfeiffer (USA) Paul Pfeiffer (USA) Joanna Pfeiffer (USA) Hugh Akins (USA; founding president League of Christ the King) Kathleen Ann Donelly (Australia) Gregory Taylor (England) Waltraud Taylor (England) Brendan Youngman (Melbourne, Australia) Marianne Youngman (Melbourne, Australia) Jessica Youngman (Melbourne, Australia) Shirley J. Crocco (USA) Peter Yourell (USA) Chris Matthew Nazareno (USA) Noel Christie Danker (Singapore) Mary-Anne Danker(Singapore) Raphael Mario-Francesco Danker (Singapore) Tony La Rosa (Canada) Melinda Seaman (USA) Toni Bryce (USA) Rosemary Schmidt (USA) Thelma Matelis (USA) Steven Garrison (Massachusetts USA) Laura Garrison (Massachusetts USA) Veronica Arízaga (Mexico) Víctor Arízaga y fam (México) Brian Torsell (USA) Michael Anthony Samuel Stafford (USA/Mexico) John Sharkey (New Zealand) Susan Sharkey (New Zealand) Stephen Kaldawi (Texas USA) Frank J. Marchiori (Texas USA) Emmanuel Edo Rantau (Indonesia) Mirella Simonato (Australia) Georgina Varhelyi (Australia) Samuel Loeman (Wanganui, New Zealand) Linda Loeman (Wanganui, NZ) Hannah Loeman (Wanganui, NZ) Elisa Loeman (Wanganui, NZ) Rachel Loeman (Wanganui, NZ) Rebecca Loeman (Wanganui, NZ) Josiah Loeman (Wanganui, NZ) Jesse Loeman (Wanganui, NZ) Benjamin Loeman (Wanganui, NZ) Elias Loeman (Wanganui, NZ) SFC Steven M Barry, USA RET. (USA) Mrs Rona Joyner (Queensland, Australia) Stephen Joyner (Queensland, Australia) Jennifer Joyner (Queensland, Australia) Andrew Pfeiffer (USA) Ron Nord (Canada) Vivian Nord (Canada)
Mrs. Beverly Redden (USA) Helen McKenna (Western Australia) Mitchell McKenna (Western Australia) Monica McKenna (Western Australia) Nick Yost (USA) Louise Yost (USA) John Hodgson (Australia) Gail Hodgson (Australia) Peter Bezzina (Sydney, Australia) Anthony Bezzina (Sydney, Australia) Betty Gallen (Australia) John Scrivener (Australia) Muriel Scrivener (Australia) Mitchell Brett (Canada) Jacqueline Brett (Canada) Emily Brett (Canada) Matthew Brett (Canada) Michael Brett (Canada) Justin Brett (Canada)

[Cualquier Católico Tradicional que ha sido Confirmado y que desea firmar esta carta abierta, puede añadirse mandando su nombre completo y país a catholiccandle@gmail.com].

  1.   Citado de la carta del R.P. Copper a fieles de la FSSPX en Arcadia California; Julio 2015, pág.2 (énfasis añadido).